Hace un par de años tomé un taller de Media Lab con uno de sus fundadores. Se trata de experiencia sociales muy interesantes de co-diseño de soluciones, autogestionadas y mediadas por la tecnología.
Nacieron en medio de la tremenda crisis de desempleo derivada de la de 2008 y ahora reúnen a grupos de afectados en busca de soluciones. Son grupos bastante originales en sus prácticas y en sus aportaciones, bajo el esquema de que son minorías afectadas.
Según los Media Lab, la minoría siempre anticipará los problemas que afectarán a la sociedad y planteará soluciones, a condición de que se haga un proceso de autoreflexión, aceptación y trabajo en conjunto. Tal es el caso de las y los afectados de enfermedades genéticas raras en Francia, que dieron origen a lo que en México se ha pervertido: el mecanismo de recaudación del Teletón. En Francia, en cambio, ha dado lugar a importantes fondos de investigación médica.
Así como puede tener efectos positivos, también puede tener salidas oscuras cuando el proceso de autocomprensión no es efectivo. Es el caso de los hackers de los que nos hablaron: estos jóvenes españoles tienen un problema —nos comentaban–: “no consiguen citas” y las feministas advierten sobre grupos como ellos, porque hábiles como son en el manejo de tecnología, pueden montar campañas dañinas en contra de cualquier blanco. Tal es el caso de algunas de las que corren en la red y cuyo centro han sido las mujeres jóvenes haciendo cosas absurdas, como mostrar el trasero en lugares emblemáticos.
Pasamos muchas horas en redes sociales, y México es un país con un gran consumo de contenidos a partir de dos redes sociales: Facebook y Youtube, y esos son canales que tienen la potencialidad de viralizar cualquier contenido y, como los rumores de mi tiempo, esta capacidad dormida se acentúa en temas que tienen que ver con nuestro “lado oculto”, en donde frecuentemente está nuestra sexualidad. Así que ese tipo de contenidos son los más vistos.
Es relativamente fácil distinguir qué campañas tienen un origen feminista y cuáles se hacen para burlase de las mujeres: Las feministas queremos ser mujeres que tomemos decisiones sobre nuestras vidas, plantearnos objetivos de empoderamiento conjunto, generar políticas públicas que combatan al machismo, detener los feminicidios, luchar contra la violencia y el acoso callejero. En fin, una vida plena y libre de violencia, enmarcada en derechos sustantivos.
Los estilos de militancia, simpatía y lucha difieren mucho de un grupo a otro o de un movimiento a otro, pero lo sustantivo es lo que señalo arriba. En algunas fotos periodísticas se destacan letreros sobre torsos desnudos o gestos que pueden parecer demasiado violentos. Es la naturaleza del periodismo amarillista, que no sería representativo de lo mejor de la profesión, ni en este tema ni en otros como el del narco o de accidentes. Lo mejor es no consumirlo.
No hay feminazis, hay procesos de estigmatización para que las auténticas luchas de las mujeres queden ridiculizadas, marcadas en el espacio público y sean desechadas. La propia palabra es un manifiesto de quien la dice, de su posición en contra del avance de las mujeres. En la red no tiene caso consumir tiempo en debatir o argumentar, lo mejor es reportar el contenido y dejar de reproducirlo.
Genoveva Flores. Periodista y catedrática del Tec de Monterrey.