martes 07 mayo, 2024
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COLUMNA INVITADA ADOLFO LABORDE

«COLUMNISTA INVITADO»: Lección contra corruptos

Corea está en la boca de una gran cantidad de medios de comunicación en el mundo, debido a la reciente destitución por parte de la Asamblea Nacional, de la ex presidenta Park Geun-hye, por distintos casos de corrupción y tráfico de influencias. La situación comenzó a finales del mes de octubre del 2016, cuando se filtraron a los medios de comunicación los detalles de ello.

Desde entonces, el pueblo coreano se ha expresado en las calles de Seúl. Al inicio, el número de personas que se manifestaron fue de alrededor de 200 mil, empero, para el mes de febrero de este año el número aumentó a más de 2 millones.

Las expresiones de descontento no fueron un acto fortuito. Existe en Corea una tradición de honestidad inspirada en la herencia del confucionismo que se introdujo desde la época de “Los Tres Reinos” (57 a.C.- 668 d.C.) desde China, vía las rutas comerciales. El confucianismo hace énfasis en la familia, el mejoramiento personal, el respeto por la edad y la autoridad; continúa manifestándose grandemente en la vida de los coreanos hasta la actualidad. Estoy seguro que no podríamos entender las movilizaciones masivas en Corea en contra de la ex presidenta Park Geun-hye que finalmente surtieron efecto, sin el rol del confucianismo en la sociedad coreana. El resultado es el desmembramiento del gobierno y una crisis que posiblemente se apacigüe una vez que se lleven a cabo nuevas elecciones; es decir, en menos de 60 días.

Mientras esto suceda, la situación de la política interna se torna compleja ante los recientes lanzamientos de cuatro misiles al mar de Japón por parte de Corea del Norte, poniendo en alerta roja a las fuerzas armadas de Corea del Sur, de autodefensa japonesa y a las tropas de Estados Unidos instaladas en la península y en suelo japonés. El peligro de una guerra en la región es una realidad.

Si bien es cierto, el caso de Corea del Sur dista mucho de la realidad mexicana, sirve como un marco de referencia, sobre todo si funciona para inspirar algún movimiento espontáneo que centre su lucha con demandas genuinas y despolitizadas contra la corrupción. No estoy seguro que la cultura política de nuestros gobernantes reaccione como el de la coreana ante un caso similar.

La historia de los movimientos sociales en México ha demostrado que éstos, cuando existen, se agotan y debilitan, dejando solos a sus líderes o cabezas que posteriormente lucran políticamente con ello. Ejemplos sobran. Sin embargo, pienso que la conexión de fenómenos sociales en otras latitudes que podrían estar desvinculados y ajenos con los nuestros, podrían influir en algún tipo de reacción de la sociedad mexicana que, estoy seguro, estaría satisfecha de ver que algún esfuerzo o movilización desencadenara un resultado palpable (encarcelamiento de los corruptos o la desaparición de la impunidad en nuestro sistema de justicia); es decir, una especie de otoño coreano transformado en una primavera mexicana haciendo alusión a la primavera árabe de hace algunos años atrás.

Espero que el caso coreano sea algo que inspire a nuestra sociedad cansada de discursos, mecanismos, sistemas o promesas de campaña para combatir la corrupción. Es hora de aprender de las buenas prácticas en contra la corrupción de otros países, en este caso, las movilizaciones en contra de la ex presidente Park en Corea. El día que eso pase, las marchas recientes contra Donald Trump convocadas por grupos antagónicos en México, serán un ejemplo de lo que no se debe de hacer.

 

Doctor Adolfo Laborde, analista internacional. 

 

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