sábado 18 mayo, 2024
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«CINÍSIMO»: El extraño (y fallido) experimento de “Psicosis”, de Gus Van Sant

Intentaron recrear de forma extraña el clásico de Hitchcock. 

En 1998, Gus Van Sant presentó al público su ‘remake’ de la clásica película de Hitchcock “Psycho”: Se trata de un experimento extraño pues la intención fue rodar el film original de 1960 toma por toma, secuencia por secuencia, pero aplicando el avance técnico alcanzado por el cine en casi 40 años de historia.

 

Y aunque la crítica la hizo pedazos y la taquilla también la maltrató, creándole una aureola de fiasco, un verdadero iniciado de Hitchcock no se la puede perder.

 

Van Sant es un cineasta estadounidense con fuertes influencias europeas que adquirió celebridad y prestigio con uno de sus primeros filmes: “Drugstore Cowboy” (1989), un  sutil y por momentos irónico ‘road-movie’ (con unas cucharaditas de ‘western’), que se asoma al ríspido mundo de las drogas con originalidad y buen gusto, estelarizado por un extraordinario Matt Dillon.

 

My Own Private Idaho” (1991), con notables trabajos actorales de River Phoenix y Keanu Reeves, es un sólido drama sobre la amistad de un homosexual narcoléptico en busca de su madre y un prostituto en rebeldía contra su padre, alcalde de la ciudad.

 

Tras una menos lograda “Even Cowgirls Get the Blues” (1993), aunque con una encantadora Uma Thurman, Van Sant acomete la poderosa e inquietante “To die for“ (1995) que diseca con agudeza las pulsiones del mundo moderno, la fama y el poder, y cuenta con una soberbia Nicole Kidman y un competente Matt Dillon.

 

“Good Will Hunting” (1997), guión y actuaciones de Matt Damon y Ben Affleck, le valió el estrellato a los tres gracias a nueve nominaciones a los premios Oscar y dos estatuillas cosechadas, lo que le abrió la puerta y la libertad para dirigir casi completamente a su gusto el ‘remake’ de “Psycho”.

 

Psycho ‘98

 

En efecto, la cinta es rigurosamente leal al original salvo por aquellas cosas que el gran Hitch quiso hacer pero no pudo, como los desnudos, la escena de la masturbación y lo que salió mal la primera vez, como el error de Leigh al final de la escena en la regadera.

 

Sin duda, fue una decisión extraña que sorprendió a más de uno dentro y fuera del proyecto, y que desde el inicio le granjeó animosidades aquí y allá… Máxime que además se atrevía a meterse con una de las cintas más veneradas por la industria y la crítica.

 

Pasaron más de 20 años para que Hollywood intentara una secuela que, pese a algunos detalles interesantes, no gustó a nadie, y luego de una tercera parte que simplemente desbarrancó en lo grotesco; la decisión en los noventa se inclinó por un remake que parecía la única buena idea. Nadie pensó empero en el extraño rebuscamiento de una ¿copia modernizada? ¿Actualización técnica? (Por cierto, Psycho ‘60 fue una de las víctimas más célebres de la moda de colorizar películas en los años setenta).

 

Sin embargo, de la ‘rigurosa’ traslación de Van Sant se destacan dos sutiles pero notables variaciones al original: Las oníricas escenas de un cielo ominoso y la misteriosa mujer semidesnuda, empotradas casi de manera eiseinsteiniana en las dos secuencias de asesinato: la regadera y la escalinata. No estoy seguro qué pretendían, pero sin duda no hay mejoría alguna en el resultado.

 

También hay otros pequeños errores de encuadre y continuidad, significativos en un film que pretende ser idéntico al original, todo lo cual en conjunto lo hace un producto muy inefectivo. Para ello contribuyen también las actuaciones, que salvo Vince Vaughn (Bates) y Julianne Moore (Lila), realmente no valen mucho la pena.

 

Otro asunto que refuerza la idea de filmes idénticos, pero que resulta incómodo más que otra cosa, es la banda sonora, la misma que Bernard Herrmann creó en 1960 pero adaptada por Danny Elfman y regrabada bajo la dirección de Steve Bartek. Además, se incluyeron canciones de artistas como Rob Zombie, Pet Shop Boys, Howie B. o Tedy Thompson, algunas de ellas compuestas para la película.

 

Por último, cabe destacar lo bien que lució el cuchillo cebollero del gran director de acción John Woo, en la escena de la regadera, a tal grado que mereció una mención en los créditos finales: “Thanks to John Woo for use of his kitchen knife”.

 

Psycho ‘60

 

Todos la hemos visto alguna vez, ¿no? ¿Qué sentido tiene reseñarla? Pero aunque sea someramente, digamos que la “Psycho” de Hitchcock es una maravillosa pieza de gran cine, un impecable ‘horror movie’ y una de las obras cumbre del imperecedero Hitch. Está basada en la novela de 1959 escrita por Robert Bloch, tomando como punto de partida los crímenes del asesino en serie Ed Gein.

 

Hitch utilizó al equipo de su programa de televisión más que a los usuales del estudio y manejó todo bajo un mortal secreto, inclusive de la prensa. Luego está el formato del filme: 4:3, blanco y negro, con muy pocos artistas de renombre, dando una impresión ‘quasi’ documental… Muy en contraste con sus éxitos previo y posterior: a color, en gran formato y con artistas consagrados.

 

Y en el corazón del éxito y trascendencia de esta cinta, está la alevosa maniobra de Hitchcock de hacernos identificar emocionalmente con Leigh/Marion, hacernos compartir su anhelo de resolver su dilema económico y volvernos cómplices de su romance y de su ‘terrible’ robo… Para que apenas comenzando a calentar motores, nos la arrebate en la célebre secuencia de la regadera.

 

El sentimiento de orfandad por la muerte de Marion es tan dramático, y la sutileza y fragilidad de Bates/Perkins tan notable (su horrible madre, etc.) que trasladamos hacia él nuestra empatía, de manera inconsciente cierto, pero ineludiblemente.

 

Y ya metidos en la trampa psicológica, el viaje restante del filme es una montaña rusa emocional que nos embarga con ese estado de desasosiego (por complicidad) y vulnerabilidad, más moral que nada: la quintaesencia del ‘suspense’ hitchcockiano.

 

“Psycho” fue además un gran suceso publicitario, mostrando otro de los grandes talentos de Hitch: La campaña de no permitir la entrada al cine con la película comenzada, los rumores sobre las actrices que actuarían a la madre de Bates, el truco de usar una primerísima actriz para que nadie sospechara que iba a estar en la cinta apenas el primer rollo, etc. Todas las estrategias mediáticas del momento, concentradas en lograr un impacto casi quirúrgico en la audiencia.

 

En verdad Hitch tramó y logró algo novedoso con “Psycho”, y construyó un clásico instantáneo que replanteó no sólo un género, sino todo el concepto de ir al cine a divertirse con el vértigo de la acción y el suspenso.  

 

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Alberto Monroy @iskramex / Citando a un clásico: “Estudió cómo cogen las ballenas en la Universidad del Congo; cumplirá 96 años el próximo verano”.

 


 

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