En los nuevos esquemas académicos, los cursos masivos en línea y gratuitos abren nuevas perspectivas.
Una de las cosas más sorprendentes que predicen los futurólogos respecto a la educación es la desaparición de las Universidades como las conocemos: centros con aulas, bibliotecas, laboratorios y por supuesto profesoras y profesores que dan clase. Se creará una brecha entre las que estén imposibilitadas a moverse, no por presupuesto, sino por estructuras burocráticas y las que puedan cambiar sus modelos educativos.
Hacia dónde nos moveremos: en países subdesarrollados como el nuestro, se preservarán muchos de los antiguos esquemas y sólo algunas universidades lograrán entrar a modelos competitivos del mercado educativo regido por la demanda de generaciones con grandes retos.
La tremenda ola de MOOC (cursos masivos en línea y gratuitos), cuyos ejemplos emblemáticos fueron Khan Academy o Cursera, nos abren la perspectiva de cómo será la educación del futuro, docentes carismáticos y buenos para las explicaciones en el centro de un esquema mucho más flexible, basado en unidades de adquisición de conocimientos, microcursos y programas de certificación de competencias que, sumados, podrán acreditar grados académicos. Con la facilidad de la multipresencia por videos u hologramas y las plataformas educativas de amplio espectro.
Otra de las tendencias que presionará a las universidades tradicionales es la transformación de los centros de capacitación empresariales en verdaderas Universidades corporativas, cuyos programas se orientarán a necesidades específicas de las empresas y no a formación de competencias generales, lo que también impactará al reclutamiento de personal, ya que se centrará en los egresados de sus propios centros educativos.
Y sin duda la desaparición de profesiones es lo que nos suena lo más alarmante a quienes, como nosotros, somos producto del amor a los libros, que tomábamos apuntes y escribíamos nuestros reportes en máquinas de escribir: administradores, vendedores, médicos familiares… como desaparecieron o están en proceso de desaparición dibujantes de planos, telefonistas, capturistas, carteros.
Hace tres años tuve la oportunidad de estar en un hotel que no tenía más que un solo empleado en la recepción de un hotel, el Aukclan, Nueva Zelanda. Reducido al mínimo de servicios, tenían una compañía de limpieza subcontratada y en los cuartos había todo lo necesario para lavar, planchar y hacer café. No era necesario tener restaurante.
Los trámites de inscripción, exámenes de admisión y otros servicios, cada vez se digitalizan más. Pero el proceso va ganando terreno en las propias bibliotecas, que cada vez ponen a disposición de la comunidad bases de datos, libros electrónicos y recursos visuales que se encuentran en la nube.
Formo parte de redes institucionales y otras generadas alrededor de aplicaciones, de profesores que generan sesiones académicas con videos, exámenes rápidos, documentos de consulta, así como ejercicios y que quedan disponibles para quienes usamos la tecnología.
Nuestro papel como profesionales de la educación cambiará más a la tutoría y el diseño de experiencias educativas que a “catedráticos” que imparten clase; pero algo que nunca podrá sustituirse es el contacto personal y la pasión, que son la llave de oro para enganchar a nuestros alumnos en nuestros tópicos.
Genoveva Flores. Periodista y catedrática del Tec de Monterrey.