Para darse el abrazo o brindar con los amigos, Breakfast es el sitio ideal para decir ¡Salud! con copas y sabores artesanales de un menú francés.
En un abrir y cerrar de ojos, estaremos diciendo adiós a este año tan atribulado, que ha derribado paradigmas y puesto a prueba nuestras “certezas”.
Con todo y la desazón social y política que este año nos deja, yo espero cerrar el 2016 cobijada por las certezas del amor y la amistad. Por eso, en mi agenda ya hay varias citas para “ponerme al día”, darme “el abrazo” y brindar con mis amigos de toda la vida y los compañeros de trabajo.
A propósito de esas citas de fin de año, hoy quiero platicarles de un sitio ideal para desayunar y platicar largo y tendido en un ambiente tan relajado y cálido que por momentos sentirán que están en un rincón de su casa ¡o en sú recámara!
Se trata de Breakfast, restaurante y showroom de arte-diseño en una casona estilo “art deco” de la colonia Roma, donde sirven desayunos y almuerzos al estilo francés ¡todo el día! Y los domingos ofrecen un brunch-buffet con mimosas ilimitadas (390 pesos, de 9:00 a 15:00 horas).
En el número 76 de la calle Orizaba, se encuentra la casona desde cuya fachada se respira un ambiente acogedor, y se admira la decoración –con sillones y mesitas tipo campiña– a cargo del taller artesanal de mobiliario Weekends. De hecho, todas las piezas del restaurante están a la venta.
En cada habitación o salón de la casa, hay un rincón o esquina con estilo propio. Las mesas son como islas, algunas con muebles de madera y cojines de fibra natural; otras con sillones franceses o sillas de influencia vintage. En los asientos hay cojines mullidos y frazadas de algodón y lana para envolverse mientras se desayuna, tal y como lo haríamos un domingo en una casa de campo.
La mañana que visité Breakfast hacía mucho frío, y su cálido recibimiento con café fresco y amable servicio me hicieron el día. De inmediato apareció un mesero con la charola de croissants, chocolatines, conchas y danesas recién horneadas.
Su menú ofrece un paquete desayuno (290 pesos) con jugo, frutos rojos con yogurth, una pieza de pan dulce, un plato principal de la carta y café o capuccino. Yo me decidí por un croissant, un jugo de papaya-piña y el plato estrella de la casa: los Huevos Benedictine (el clásico francés de pan de centeno con un huevo pochado bañado en salsa holandesa –aquí con un twist de chile morita– y servido con espárragos) que, junto con su Omelette Escandinavo (salmón ahumado, cebollín, queso doble crema y espárragos) y el Croque Monsieur (sándwich con salsa de tres quesos y lomo ahumado) son los desayunos más solicitados de la carta.
Poco a poco fui entrando en calor, y es que toda la mantequilla que brillaba en mi croissant y las yemas de la espesa y ligeramente picosita salsa holandesa de mis Benedictine, me hicieron olvidar el aire helado de afuera y tapada con mi cobija me dediqué a disfrutar de mi café, la voz de Edith Piaff y a observar desde mi ventana una esquina de la Plaza Río de Janeiro, mientras escuchaba las risas francas de dos jóvenes que en la mesa de enfrente se chupaban los dedos al comer sus respectivos desayunos, una Suprema de pollo con chilaquiles verdes (175 pesos) y un Sandwich de Roast Beef (queso suizo, arúgula y cebolla caramelizada, 183 pesos).
Le pregunté al mesero si podía traerme más café, salmón y otros cojines. Dijo que sí y al acomodarme me entraron ganas de estirar las piernas en la silla frente a mí, pero me contuvo cierto pudor con los comensales de al lado. Pensé que debía regresar, pero acompañada de un amigo que, como yo, disfruté mucho de “comer bien en un lugar bonito”.
Cuando estaba a punto de pedir la cuenta, entró un rayo de sol por el ventanal e iluminó el salón estilo provenzal junto al mío y pude admirar el candil, los cuadros, espejos y la escalera de caracol hacia el segundo piso. Subí y descubrí varios salones privados con decoraciones únicas. El mesero me contó que este diciembre ofrecerán servicio para eventos privados de fin de año.
Ya estoy pensando en brindar con mis compañeros en este lugar tan encantador y por nuestro primer año en esta aventura llamada mujeresmas. Les deseo una feliz temporada de breakfast, comidas, cenas y brindis de fin de año. ¡Salud!