Estados Unidos no tiene amigos, sólo tiene intereses.
Cuando uno escucha hablar a los políticos mexicanos sobre el futuro de la relación de México con los Estados Unidos de Norteamérica, y en donde de manera frívola hacen un llamado a los mexicanos a ser positivos, a tener buena vibra, a darle el beneficio de la duda a Donald Trump, pareciera que piensan y recrean un ambiente como el de la famosísima serie televisiva Friends. Lucen totalmente ajenos a la realidad del estado que guarda la relación México-Estados Unidos en estos momentos, con el presidente electo. Sin pensar en que hemos sido insultados, agredidos, ofendidos y menospreciados de todas las formas posibles por Donald Trump y los trumpistas. El nulo respeto cada día parece ir a más.
FRIENDS, serie de televisión estadounidense creada y producida por Marta Kauffman y David Crane, que se transmitió por primera vez el 22 de septiembre de 1994 por la cadena NBC, trata sobre la vida de un grupo de amigos: Rachel Green, Mónica Geller, Phoebe Buffay, Joey Tribbiani, Chandler Bing y Ross Geller, que residen en Manhattan, Nueva York. Lugar en donde les suceden tanto buenos como malos momentos a los amigos; unos room mates, otros vecinos, otros amigos cercanos o amigos de los amigos, pero quienes sí están unidos por lazos de amistad, romance o por amigos de amigos, no por intereses como sí lo está la relación de Estados Unidos con México. Porque EU no tiene amigos, no tiene Friends; Estados Unidos sólo tiene intereses.
Habría que expresarle a nuestros políticos mexicanos que la relación con EU no es una reunión como en Friends, “un encuentro dentro de una cafetería que puede marcar el comienzo de una comedia basada en la amistad, los triunfos y caídas, el amor, el pasado y el futuro de un grupo de amigos”. No somos Friends de Donald Trump, ni de EU –y quizá no lo seremos nunca–.
¿Espantando con el petate del muerto? No, con el TLC.
A los gobernantes mexicanos les preocupa la renegociación de un Tratado de Libre Comercio firmado en los 90’s, cuando éste en realidad sólo benefició a los intereses monopólicos y más precisamente a los norteamericanos, quienes le llaman “intereses vitales”, sujetos a su doctrina de seguridad nacional.
Siempre se dijo que el TLC beneficiaría a México, pero los mexicanos de a pie nunca hemos palpado de manera directa estos “grandes beneficios”, y nadie se preocupó por los temores de los propios mexicanos. Lo que sí hemos percibido y vivido desde entonces es una mayor dependencia con nuestro poderoso vecino y, por tanto, una mayor subordinación. En realidad la negociación del TLC fue más mercadotecnia y publicidad de los “negociadores”, los Gurría, Serra Puche, Blanco y del gobierno en turno el de Carlos Salinas para posicionar el tema, que hechos o beneficios concretos y reales para México.
El portal La Silla Rota, en 2013 retomaba el tema: “Eran los negociadores más confiables para suavizar los temores que Estados Unidos y Canadá tenían al entrar a una negociación política y comercial con México, según documentos del gobierno de Washington publicados por la socióloga estadounidense Ann E. Kingsolver en el libro NAFTA “Stories: Fears and Hopes in Mexico and United States (Historias del TLCAN: Miedos y esperanzas en México y Estados Unidos)”.
Como lo expusiera Carmona de la Peña: Desde el punto de vista económico, para Estados Unidos México representa y constituye una dependencia (en el sentido de entidad subordinada a una autoridad superior) mucho más redituable incluso que no pocos países europeos desarrollados como Holanda, Suiza, Bélgica, España, Noruega, con los que el intercambio comercial es más o menos equivalente; en donde los socios de las trasnacionales norteamericanas sí son socios mayores senior y no como los mexicanos, socios menores o subordinados junior.
Si en realidad Donald Trump busca una renegociación del TLC, lo que persigue EU es mayor subordinación, mayor dependencia. Y si lo que busca es dar por terminado el acuerdo de libre comercio, es porque de plano quiere quedarse con todo, cerrar sus puertas y fortalecer su mercado interno nacional; entonces, más que preocupados por renovar tratados desventajosos, los gobiernos mexicanos deben voltear a casa, puertas adentro, buscar fortalecer la propia industria nacional, la producción agroalimentaria, dejar de importar desde maíz, frijol etc.; pensar en cómo dejar de ser tan dependientes y siempre subordinados a los dictados del poderoso vecino. Por eso digo: no somos sus Friends.
Cartelera semanal (cine de terror):
De Mi vecino el asesino a Mi vecino el abusivo
De cuando las luces se apagan a cuando Trump tome posesión
Está detrás de ti… Trump.
Paloma Ruiz. Comunicóloga por la UNAM, con especialidad en Marketing por la Universidad de Berkeley. Ha combinado a lo largo de su vida profesional el análisis político en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales, con el diseño de estrategias de comunicación y las relaciones públicas. Amante del mar y el buceo.