Estados Unidos tuvo sus orígenes precisamente en una población inmigrante.
Para entender un poco lo sucedido el martes “negro” 8 de noviembre y lo que significará para México la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, debemos partir de varios puntos.
El peso e impacto que tuvo el discurso de Trump en los propios estadounidenses, el manejo del discurso de “América para los americanos”, el voto definitorio no de la mayoría de votos ejercidos por la población, sino por el Colegio Electoral (Sistema de elección indirecta, ideado en 1787 por los autores de la Constitución), que es el órgano que al final de cuentas decidió en este caso quién sería el próximo gobernante del país vecino, aún sin la mayoría de votos de la ciudadanía, y el hecho de que la rival a vencer de ese poderoso ente “Don Dinero”, fuera una mujer.
Trump, como precandidato y candidato, siempre jugó con emociones. Buscó que el electorado pensara que él era el hombre, el redentor que les regresaría la ilusión y la realidad del posible “sueño americano”, algo así como el elegido de los “elegidos” y explotó ese sentimiento de posesión de América para los americanos sin límite y pudor alguno.
Hizo parte fundamental de su discurso por meses, repudio y rechazo a grupos de inmigrantes, no sólo latinos o hispanos, atribuyéndoles la culpa de que las cosas no funcionaran bien en EU, pero que una vez expulsados del reino de los elegidos; es decir, del territorio estadounidense, todo iría maravillosamente bien. Aprovechó la corta memoria que parecen tener no sólo los estadounidenses, sino casi todos los países y pueblos del mundo, pues Estados Unidos de tuvo sus orígenes y fundación precisamente en una población inmigrante.
El ejemplo más claro de esto fue el repudio y lenguaje ofensivo que durante su campaña tuvo hacia México, hacia los mexicanos y hacia los inmigrantes y qué simbolizó sicológicamente en la construcción de un muro fronterizo a manera de escudo protector y muralla para articular ese sentimiento de posesión y de no presunta intrusión (que no puedan quitarles más de lo que imaginariamente hizo creer a sus electores que han sido despojados).
Les vendió la idea a los estadounidenses de que si no están bien, no es debido a las malas prácticas políticas, o al “capitalismo salvaje insaciable”, o a las millonarias y costosas guerras que sólo benefician al capital económico, o a las intrusiones militares. No, el objetivo era encontrar un o unos culpables que pudieran ser señalados para justificar ese discurso de odio y segregación, una especie de aparthei, en donde de un lado estén los buenos y fuera de la muralla estén los malos, uno de los principios del Destino Manifiesto: su obsesión por defender lo que ellos consideran: “su libertad, seguridad y propiedad”.
Esa presunta seguridad y prosperidad que no es otra cosa que la continuidad del status quo imperante del gran capital.
El Colegio Electoral le dio la victoria a Trump
La candidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton, con 59 millones 794 mil 935 votos, superó en el cómputo total de votos al republicano Donald Trump, que logró 59 millones 588 mil 437 votos; sin embargo, Trump se impuso en la votación del sistema del Colegio Electoral que rige en Estados Unidos y decide al final de cuentas quién gobernará; obtuvo 279 votos del Colegio Electoral sobre 228 de Clinton.
David Mark explica que: Lograr la mayoría en el Colegio Electoral es una tarea compleja. En las campañas presidenciales se dedican horas interminables a idear estrategias para alcanzar la cifra mágica de 270 votos electorales; es decir, la mayoría de los 538 que son el total. Para obtener una mayoría en el Colegio Electoral, es preciso e inevitable invertir recursos y tiempo, muy preciados en ciertos estados a expensas de los demás.
Nos preguntamos ¿Será que Donald Trump invirtió más tiempo y recursos que la propia Hillary Clinton en estrategias con y en el Colegio Electoral o ella se confió demasiado?
Para muchos, fuera y dentro de EU es un poco complicado descifrar el poder del Colegio Electoral, un poder inclusive mayor al del electorado. Dice el Journal USA: “Este sistema de elección indirecta, ideado en 1787 por los autores de la Constitución, desconcierta por igual a los estadounidenses y a los que no lo son. En él se refleja el sistema federal de gobierno, el cual asigna el poder no sólo al gobierno y al pueblo de toda la nación, sino también a los estados”.
Asimismo: “Muchos estadounidenses desearían cambiar este sistema por el del voto popular directo para la elección del presidente, pero, para enmendar la Constitución se requiere una enorme voluntad política: en más de 220 años sólo han sido aprobadas 27 enmiendas. Además, a esos cambios se oponen tanto los estados pequeños, cuya representación en el Colegio Electoral es desproporcionada, como los partidarios del sistema bipartidista y los que apoyan el sistema federal de gobierno. Es decir, las resistencias son fuertes”.
O sea, es un mecanismo que ha funcionado por varios siglos velando por preservar un bipartidismo conveniente para el gran capital, y por el cual no hay asomo, ni intención de modificación alguna, aunque para muchos parezca un mecanismo anquilosado o fuera de realidades políticas o democráticas actuales, que si se llevan a cabo en otras latitudes, no importa si tiene operando más de 200 años sin modificaciones; es conveniente a ciertos intereses y así seguirá, parece, forever and ever.
Assange y el posible fraude
Otro tema que surgió alrededor de las elecciones, unos días antes, fue el que tocó en una entrevista Julian Assange, fundador de Wikileaks y quien fue el responsable de filtrar más de 58 mil correos que comprometían a la candidata demócrata. Días antes de las elecciones, denunció la posibilidad de fraude en los comicios que podrían perjudicar el “triunfo” de Trump. Pero cuando lo declararon vencedor, ya no dijo más sobre el tema.
Hillary, como la good wife
Otro punto importante a despejar es esa duda que por más que no se quiera ronda en el aire: ¿Hillary Clinton, igual que Alicia Florrick, de la famosa serie televisiva The Good Wife, quedó atrapada en una batalla con un poco o mucho de misoginia este 8 de noviembre?
Más que eso, es posible que quien realmente la derrotó fue el poderoso caballero “Don Dinero” y las inercias de los siglos y del sistema de elección indirecta que parece hecho e ideado a perpetuidad.
Y, por lo visto, el poderoso cuento que los estadounidenses creyeron a Donald Trump, ese de que “América sería sólo para los “Americanos” y que expulsando a los intrusos, a los malos; amurallados protegerían su territorio y que así serán felices… Ya se verá la realidad de su sueño americano más pronto que tarde, seguramente.
Cartelera:
Entrega total: Energía eléctrica, petróleo y hasta la dignidad
Amurallados
Pesadilla Americana
The Good Wife, temporada 8 de noviembre
Paloma Ruiz. Comunicóloga por la UNAM, con especialidad en Marketing por la Universidad de Berkeley. Ha combinado a lo largo de su vida profesional el análisis político en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales, con el diseño de estrategias de comunicación y las relaciones públicas. Amante del mar y el buceo.