El apoyo de la esposa de Obama
El mensaje de Michelle Obama en la Convención Demócrata exaltó a una mujer que nunca se rinde, a una política con causas, a una estratega con trayectoria, a una Hillary Clinton que supo perder y esperar esta segunda oportunidad.
Diversas son las interpretaciones del discurso que este lunes 25 de julio hizo la esposa del presidente de Estados Unidos ante los delegados de su partido.
En lo personal me quedo con la reivindicación de Michelle Obama a la historia política de la ahora candidata a la Casa Blanca, en un momento en que incluso entre los demócratas seguidores de Bernie Sanders se cuestiona a las familias de siempre, incluida la pareja de los Clinton.
La brillantez de la intervención de la primera dama estadounidense radicó en esa capacidad para defender justamente el mérito de la persistencia. Sí, el mérito de la disciplina, de quien acumula esfuerzos y construye y construye y construye.
Me parece un punto de vista fundamental en una coyuntura en la que la antipolítica se adueña de las marquesinas y los improvisados, con el disfraz de la independencia, toman por asalto la tribuna.
Cuando Michelle Obama dibujó a la abanderada demócrata lo hizo destacando sus atributos personales, sí, pero sobre todo reconociendo su biografía en la vida pública.
“Lo que admiro más de Hillary es que nunca se rinde a la presión, nunca opta por la salida fácil. Hillary Clinton nunca ha renunciado a nada en su vida”, describió la oradora.
Ese retrato de la mujer política, la que se gana a pulso la oportunidad de convertirse en la primera candidata a presidenta de Estados Unidos, resulta crucial para entender los tiempos que corren y en los que abundan advenedizos.
No. La vida política requiere de profesionales de la política. Y este se ha convertido en el verano de las mujeres entregadas al oficio de la representación popular.
Hillary no está sola en la competencia con Donald Trump, candidato republicano, una puja que se ha transformado en una especie de referendo entre el status quo y el enfado por lo que éste no logra atender.
Hillary no está sola porque la acompaña la mujer más popular de su país, la esposa de Obama. Y porque los suyos reconocen que es ella quien cuenta con las capacidades para afrontar los días difíciles que atestiguamos.
Eso es lo que resumió con maestría Michelle Obama en un mensaje que reivindica al género, a las minorías, a las libertades democráticas. Pero sobre todo a la política y a quienes se han dedicado a ésta con inteligencia. “Quiero a alguien en la Presidencia con la fuerza demostrada de la perseverancia, alguien que conoce este puesto y se lo toma en serio, alguien que entiende que los asuntos a los que se enfrenta un Presidente no son blanco o negro, y no pueden reducirse a 140 caracteres”, planteó.
Hillary no está sola porque millones en el mundo ven en su candidatura el emblemático paso pendiente contra ese techo de cristal que todas las mujeres de trabajo y esfuerzo afrontamos.
Pero una golondrina no hace verano. Y si este mes de julio de 2016 está marcando que la estación del sol nos favorece, es porque Hillary no está sola.
Su caso no es aislado ni único. Junto a la ex senadora y ex Secretaria de Estado se encuentran las euroepas, en el centro del protagonismo político: Ángela Merkel tomando las riendas de la crisis de su bloque económico ante el Brixit; Theresa May en Gran Bretaña asumiendo como primera ministra y, en España, en la presidencia del Congreso, Ana Pastor, la funcionaria del Partido Popular que convenció al resto de la oposición por su capacidad para el diálogo y el acuerdo.
Es el verano del poder femenino, de las mujeres que saben hacer su tarea: abrir brecha y plantarse frente a la historia.
