“Lo padre de participar en un grupo es que alguien te inspira”.
A Andrea Dattoli la podemos ver colgada de una cuerda (línea) que fue “amarrada” a lo largo de un acantilado de no menos de 80 metros de altura y 100 de largo. Técnicamente volando para el ojo humano. O bien, flotando de pies a cabeza, sólo apoyada en sus fuertes brazos sobre una cinta enganchada de árbol a árbol en las “islas” de Ciudad Universitaria.
Su cuerpo es un implacable armazón de músculos que ofrecen al espectador una visión sutilmente truqueada: una mujer que se contorsiona, hace secuencias de yoga, medita, piruetea, rebota o baila; de todo, pero sobre una cinta plana –del ancho de un pie humano, fabricada con materiales como nylon o poliéster–.
Ella es una slacker, una YogaSlacker o simplemente una joven que practica Slackline y que, junto con otros chavos como Jorge, Magno, Mara, Nico, Uriel, conforman el grupo TenochtitLine Slackline México D F.
“Todo se hace sobre una cuerda; el objetivo es alcanzar el equilibrio”
Andrea tiene bien claros los beneficios de este deporte: es muy integral, porque aparte de que haces un trabajo físico, activación de cada músculo, alineación ósea, cardiovascular; además trabajas mucho la concentración y la meditación activa, porque te tienes que despejar de tus pensamientos y estar presente en el momento, en la línea, activando tu cuerpo, concentrado.
“Lo padre de participar en un grupo es que alguien te inspira”
La mayoría de los slackers antes practicaron algún deporte como alpinismo, capoeira, patineta y otros, aunque de igual forma puede ingresar al grupo cualquier persona que lo desee y sin cuota alguna, ya que por el momento es una actividad autogestiva.
Cada practicante va adquiriendo su propia confianza y corriendo sus riesgos: hay niveles. Una mala caída claro que puede lastimar, pero empezamos siempre con una línea muy pequeña y muy tensa (para sentirla primero), ya después vas probando otros niveles: una floja y alta, o una tensa pero alta, brincar… depende de tu proceso. Yo lo que recomiendo es ir poco a poco, que el cuerpo asimile. La cuerda más complicada (de equilibrio) es la rodeoline, es floja como una “U”. Pero si hablas de habilidad, coordinación y movimiento, la trickline es la más difícil porque tienes que coordinar los movimientos y caer sobre la línea.
“Es muy adictivo, subes y ya no quieres bajar”
Todo aquel curioso que se acerque a presenciar los increíbles movimientos de un slacker, trepado en una de esas líneas tambaleantes entre dos árboles de las “islas” universitarias, seguramente quedará impactado y al instante percibirá el vértigo del equilibrista callejero: la mirada del miedo a la caída, el halo vital del surco de sus cómodas ropas en el aire, el sudor frío en la playera, y entre todo ello, la invitación de Andrea a probar este deporte multidisciplinario y multimodal. “Estamos todos los viernes (en CU) desde la una de la tarde y hasta que anochece o llueve. Y los domingos frente al Museo Rufino Tamayo, también hasta que se hace de noche o nos cae la lluvia”.