martes 14 mayo, 2024
Mujer es Más –
IVONNE MELGAR

Candidatas en problemas

Así es la política: ruda, inestable, volátil, voluble… Y en la lucha por el poder, los golpes también son paritarios.

La política es ruda. Terrible a veces cuando la disputa por el poder deja en segundo plano convicciones y lealtades.

Sí, la política es el ring, donde las sociedades dirimen sus pasiones con el salvajismo de quien asume que la pelea es a muerte. Pues bien, en los tiempos de la paridad de género, las mujeres no escapan a los problemas que la competencia por la representación popular entraña.

Y es que el reclamo de igualdad se va concretando en la vida real y ésta no admite maniqueísmos ni victimizaciones. Me refiero al hecho de que la equidad entre hombres y mujeres en el plano de la participación política nos muestra evidencias de que ellas arrastran los mismos vicios que ellos.

De manera que el discurso maniqueo de que las políticas harían mejor trabajo que sus compañeros varones, se diluye con los hechos. Ésa es al final de cuentas la auténtica paridad: entender que la mala y la buena representación se dan tanto en los hombres como en las mujeres.

Esa es la verdadera equidad de género: asumir que las reglas de la democracia nos arrojan excelentes, pésimos y mediocres resultados tanto de la izquierda como de la derecha, en el norte como en el sur; desde los partidos viejos y de los emergentes.

Consecuentemente, no existe eso de candidatas maravillosas y candidatos nefastos. Tampoco es posible a decir que las presidentas son mejores que los mandatarios o que las diputadas son menos opacas que los legisladores. Así las cosas. Los días que corren están marcados por ejemplos de política femenina con claroscuros.

La voz femenina del poder
En el nivel menos mediático y más bien mediano, están las integrantes de la Cámara de Diputados, donde por primera vez rebasan el 40% de las curules, gracias a la Ley de Paridad.

Sin detenernos a los casos personales, un balance general nos permite subrayar que en San Lázaro la fuerza femenina no ha logrado hacerse sentir cualitativa ni significativamente.

En el plano de las campañas para renovar gobernadores, esta vez las mujeres no llevan mano. Claro que hay candidatas competitivas: Blanca Alcalá (PRI) en Puebla, Lorena Martínez (PRI) en Aguascalientes, y Adriana Dávila (PAN) y Lorena Cuéllar (PRD) en Tlaxcala.

Pero a juzgar por las tendencias que marca el arranque del proceso electoral a desahogarse el 5 de junio, está complicado que México consiga una segunda gobernadora. Mientras tanto, en la adelantada carrera presidencial, Margarita Zavala (PAN) lleva la delantera en su partido y es puntera con los varones del PRI y de la izquierda, de acuerdo con encuestas de intención de voto.

Sin embargo, el talón de Aquiles de la esposa del expresidente Felipe Calderón es justamente esa circunstancia, el contar con  una carrera política irremediablemente ligada al exmandatario y, por lo tanto, al sexenio anterior. Construir una apuesta que le permita proyectarse autónoma e independiente a un gobierno que ya fue, será el reto de la política panista.

Hay ejemplos ahora mismo en América Latina de que eso es posible: Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori, actualmente en la cárcel, quien este domingo 10 de abril ganó la primera vuelta presidencial en Perú.

El deslinde que la política de derecha hizo de su padre durante la campaña, al prometer que nunca incurriría en actos autoritarios como los protagonizados por su padre, sorprendió a propios y extraños al mostrar a una candidata capaz de tanta frialdad y distancia con  tal de convencer a los indecisos.

Vamos a ver qué tanto hace Keiko para ganar la segunda vuelta. Tiene talento y carisma, un atributo que en estos días parece alejarse de otra candidata, la demócrata Hillary Clinton, exsecretaria de Estado.

Porque si hace ocho años se topó con Barack Obama, la ex primera dama estadounidense esta vez está sufriendo el fenómeno Bernie Sanders, que con sus 74 años de edad emociona a los más jóvenes.

Hillary podría quedarse de nueva cuenta en la expectativa, descarrilando las esperanzas de muchas políticas en el planeta. Porque efectivamente, su triunfo empujaría el de muchas más. Y su derrota, retrasaría el avance de las mujeres.

Pero así es la política: ruda, inestable, volátil, voluble… Y en la lucha por el poder, los golpes también son paritarios.

 

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