Se trata de un documental dirigido por el cineasta mexicano Alberto Cortés, filmado en 2015, que presenta el ciclo de producción del maíz a través de los testimonios de tres familias indígenas de Jalisco (huichol), Oaxaca (mixe) y Chiapas (tzeltal).
Los narradores y “actores” protagonistas del documental son campesinos organizados que viven y siembran en “territorios recuperados” por los movimientos zapatistas a mediados de los 90, quienes dan cuenta del ciclo del maíz ̶ desde el cuidado de la tierra para la siembra hasta su cosecha ̶ bajo un discurso en defensa del grano originario y nativo de México, y por ende, en contra del maíz transgénico “impuesto” por el capitalismo.
Además de mostrar la forma comunitaria cómo los indígenas siembran y cosechan maíz, frijol, calabaza, jitomate y chile, el trabajo de Cortés también deja ver el tipo de alimentos que ellos preparan con esos ingredientes y que representan el sustento de su dieta básica. En las escenas que exponen el arduo trabajo de preparar la tierra para la siembra de las semillas, los campesinos llevan siempre consigo un envase desechable lleno de pozol “para aguantar la jornada”.
Las comunidades donde se filmó este documental son aisladas y asentadas en zonas montañosas de difícil acceso que, por supuesto, no cuentan con servicios de luz, agua potable o carreteras. Las milpas que sus habitantes han logrado establecer y producir allí son para el autoconsumo, y en el ciclo de producción participan no sólo los hombres, sino que también las mujeres y los niños y niñas adolescentes.
Llama la atención el testimonio de una madre adolescente mixe de Oaxaca, quien ha incorporado el discurso de género a su narrativa de defensa de los pueblos indígenas y sus territorios. Con ojos brillantes, mirada inteligente y facilidad de palabra dice ser feliz en el campo, mientras prepara unas enormes tortillas de maíz negro para sus hijos, hermanos y padres.
Al margen del sesgo ideológico presente en la narrativa del documental, desde mi mirada de “comidista” lo que me parece más rescatable del trabajo de Cortés es, justamente, la documentación del trabajo comunitario de autoconsumo, así como la cosmovisión de los pueblos originarios alrededor del maíz. Tal como lo pronuncia en el documental una mujer chiapaneca: “La milpa es hija, madre y guardiana de nuestros pueblos”.
Por otra parte, entender el proceso natural del ciclo del maíz (sin uso de maquinarias o fertilizantes químicos) y conocer, de primera mano, cómo viven y se alimentan de él los habitantes más vulnerables del país, nos obliga a reflexionar acerca de la importancia nutricional y social del grano.
Bajo la producción de Bataclán Cine y TV UNAM, entre otros, “El maíz en tiempos de guerra” tiene una duración de 88 minutos y se exhibe ahora mismo en salas de arte como la Cineteca Nacional, el Centro Cultural Universitario, el Cinematógrafo del Chopo, la Casa del Cine, Cine Tonalá y otros.
Consulte la cartelera en: http://www.cultura.cdmx.gob.mx