La violencia contra las mujeres ha sido un tema frecuente de este espacio y resulta doloroso que uno de los últimos textos del año refrende un denominador común: el repunte en el número de asesinatos en este sector de la población y la impunidad que prevalece en ellos.
No se trata de recuentos periodísticos. Es información oficial de la Secretaría de Gobernación (Segob) y del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), en coordinación con ONU Mujeres, recabada en el estudio La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2016.
En él se establece que durante el año pasado se registraron 2 mil 746 defunciones femeninas con presunción de homicidio, término empleado por las instituciones para referirse al feminicidio. Esa cifra implica un promedio de 7.5 asesinatos de mujeres por día o de uno cada tres horas. En 2015, la cifra fue de 2 mil 324 casos; es decir, 6.3 feminicidios diarios.
Además, el estudio destaca otros datos preocupantes: a diferencia de lo que ocurre con los homicidios donde las víctimas son hombres y en los que predominan las armas de fuego, en los feminicidios se usan medios más crueles como el acuchillamiento y el ahorcamiento, lo que evidencia en ellos una carga de misoginia.
En el fondo, estas actitudes demuestran una desvalorización de las mujeres, quienes son (somos) vistas como desechables.
En cuanto a las franjas de edad, en el periodo de 2012 a 2016, revela la investigación, “se observa una importante reducción en el porcentaje que representan los asesinatos de niñas menores de 15 años”, frente a un “aumento notable” de los crímenes contra mujeres adultas entre los 20 y los 40 años.
El informe también destaca un incremento de los feminicidios en la tercera edad: “Esto trae consigo la urgencia de realizar mayor investigación al respecto e incluir el tema de la violencia de género en las políticas públicas dirigidas a los adultos mayores”.
El 40.2 por ciento de los ataques contra mujeres que se registraron en el país se concentraron en el Estado de México, Guerrero, Chihuahua, Ciudad de México y Veracruz. De los 2 mil 746 casos de homicidios contra mujeres que se registraron el año pasado, 421 ocurrieron en territorio mexiquense, por lo que se convierte la entidad con el mayor número de ataques contra mujeres.
Le siguen Colima con una tasa de 16.3 homicidios de mujeres por cada 100 mil personas; Guerrero, con una tasa 13.1, y Zacatecas, con una tasa de 9.7 feminicidios por cada 100 mil mujeres.
En la entrega pasada hablamos de que la revista Time designó como Persona del Año a The silence breakers (“Las que rompieron el silencio”), a las mujeres que impulsaron el movimiento #MeToo (#YoTambién) para denunciar públicamente sus historias de acoso y abuso sexual, además de dar nombre y apellido a los responsables.
Esta semana nos sorprendimos con la revelación que hizo la actriz mexicana Salma Hayek, quien confesó a The New York Times ser una víctima más del productor de Hollywood, Harvey Weinstein, a quien se refiere como “mi monstruo”.
Mediante una carta relata que Weinstein, a través de Miramax, asumió la producción de Frida, la cinta que la proyectó a nivel internacional. Sin embargo, durante la filmación tuvo que aprender a “No a abrirle la puerta a cualquier hora de la noche en hotel tras hotel y locación tras locación donde se aparecía inesperadamente (…) A no a bañarme con él; no dejarlo que me viera bañarme o que me diera un masaje. A no dejarlo que me hiciera sexo oral. No a desnudarme junto con otra mujer”.
El texto de hace una semana concluía con la reflexión de que ojalá que el movimiento #YoTambién tuviera más eco en todas partes del mundo y provocara que cada vez más mujeres y hombres rompieran el silencio para denunciar estos abusos y acosos, como la fórmula más efectiva para acabar con estas prácticas.
Salma Hayek coincide: “Espero que al agregar mi voz al coro de quienes por fin pudieron hablar ayudaré a entender por qué fue tan difícil hacerlo y por qué tantas de nosotras esperamos tanto tiempo. Los hombres acosan sexualmente porque pueden. Y las mujeres estamos hablando porque, en esta nueva era, por fin podemos hacerlo”.
Sí, la fórmula es denunciar, darle nombre y apellido a los acosadores. Porque son ellos los que al poco tiempo se convierten en asesinos. Han sido años que hemos vivido en peligro… pero no podemos seguir viviendo en el miedo.