Por. María del Socorro Pensado Casanova
X: @mariaaspc / IG: @pcasanovams
“Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa
especie de felicidad dolorosa, ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder.”
La Caverna, 2000, José Saramago
Las luces de Navidad no siempre alcanzan a iluminarnos a todos, entre el dolor por las pérdidas de personas queridas y de amores, en estas épocas decembrinas también se encuentra la cruel realidad de la violencia vicaria y de las víctimas que la sufren.
En los últimos años, la violencia vicaria ha cobrado gran relevancia, tanto por su reconocimiento como por su alta incidencia y normalización. Quizá hemos escuchado o leído en repetidas ocasiones sobre ella, pero no llegamos a distinguirla de otros tipos de violencia o incluso la confundimos con la violencia familiar.
Entonces… ¿Qué es la violencia vicaria? Es la violencia que busca causar daño a las mujeres a través de sus hijas e hijos, incluso provocando su muerte con tal de dañar a una pareja o expareja.
Si bien el fin principal es tener el control sobre la mujer víctima y sus seres queridos, esta violencia también perjudica y lesiona los derechos de hijas e hijos en una familia, causándoles daños irreparables y secuelas que afectan el desarrollo de su vida por la manipulación ejercida en esa relación de poder. En definitiva, hay que tener claro que la violencia vicaria es violencia de género, y además es posible que durante su ejercicio se presenten elementos constitutivos de violencia física y, por supuesto, de violencia emocional y psicológica.
¿Por qué la violencia vicaria también ocupa un lugar en los festejos de Navidad? ¿Por qué hablar de ella en épocas de luz y de paz? Porque es la violencia que se ejerce en nombre de la familia y existen múltiples formas de chantaje y manipulación para normalizarla durante fechas especiales en las que no tienen lugar las fracturas por un divorcio o una separación, y tampoco hay margen para la voz de aquellas mujeres humilladas y golpeadas que se disfrazan de maquillaje y sonríen frente al resto de familiares, que a su vez se niegan a aceptar la violencia que a gritos de auxilio manifiestan.
Para la eliminación de la violencia de género y la atención que deben recibir las víctimas, debemos transitar desde la identificación, el reconocimiento y la comunicación. La posibilidad de prevenir muertes violentas derivadas de la violencia vicaria y detener la destrucción de las mujeres dentro de nuestras familias y de aquellas que nos rodean también está en nuestras manos. Somos capaces de discernir entre el bien y el mal, de no participar en el daño y de estar presentes desde la escucha, el acompañamiento y el apoyo, para que puedan recibir la atención que necesitan.
¿Cuáles son las señales que nos permiten reconocer que alguien está siendo víctima de violencia vicaria? Retención de llamadas, cancelación de convivencias acordadas so pretexto de familiares, exposición a niñas y niños frente a comentarios que desacreditan a su madre, haciéndoles creer que ella no quiso compartir la Navidad, colocarles como mensajeros de reproches o condicionar regalos y gastos a silencios y concesiones. El daño se vuelve más grave cuando se dejan de cubrir necesidades básicas, se obliga a la madre a asistir a reuniones bajo amenazas de cortar el vínculo, se impide el contacto en fechas significativas o se incumplen acuerdos aprovechando el cierre institucional, normalizando así la violencia y consolidando la impunidad.
En medio de estas experiencias, si eres víctima de violencia vicaria o si acompañas a alguien que lo es, recuerda que aun cuando no siempre se perciba una solución inmediata, es posible avanzar y reconstruirse.
La compañía durante Navidad y en la vida entera importa, y cuando se trata de tu pareja o de tu expareja, se vuelve aún más evidente: si es la correcta, todo resulta más llevadero y si no lo es, por más esfuerzo, las cosas no salen bien. El amor no es control e incluso en las mejores relaciones existen errores. El aprendizaje está en conocernos y aceptarnos con virtudes y defectos para elegir seguir queriéndonos o alejarnos cuando así lo exige nuestro bienestar y crecimiento. Le temps est bon al enamorarte, y al hacerlo de ti misma te conviertes en una persona invencible.
