Por. Saraí Aguilar
X: @saraiarriozola
Mientras la semana pasada el gobierno se llenaba de frases conmemorando el día naranja y haciendo compromisos que nunca se cumplen para atajar la violencia contra la mujer, surgieron historias por las que nadie levanta la voz o en las que las feministas oficialistas prefieren voltear los ojos hacia otro lado antes que pedir justicia.
Es el caso de Leidy y Alexa, dos niñas ultimadas el 6 de mayo pasado en Badiraguato, Sinaloa, a manos de las fuerzas armadas que prometieron cuidar a la población de su país. Una historia que el Centro Prodh ha calificado como “ejecución arbitraria” y que primero se reportó falsamente como un enfrentamiento. Más de seis meses después, la justicia sigue pendiente.
Pero no se trató de un caso aislado. En el mismo día del 25N una viuda, ahora convertida en presidenta municipal, sufría violencia no del Ejército, sino de parte de un senador de la República.
Primero en una videocharla, Gerardo Fernández Noroña arremetió contra Grecia Quiroz, a quien acusó de “asumir una posición de ultraderecha fascista” y de buscar la gubernatura de Michoacán. Luego, ya en la tribuna de la cámara alta, el morenista reiteró las acusaciones contra la mujer que debió tomar el lugar de su marido asesinado Carlos Manzo.
“Sostengo que la alcaldesa Quiroz de Uruapan ha decidido asumir una posición de ultraderecha fascista y que se le ha despertado la ambición y que buscará la gubernatura de Michoacán, pero nuestro movimiento mantendrá el gobierno de Michoacán y la mayoría de los gobiernos en disputa en 2027”, dijo quien fuera presidente del Senado.
Ignoramos quién le hizo tanto daño al legislador, que su mente está limitada para sólo pensar en el poder.
No obstante, al margen de sus heridas personales y en su infancia –las cuales como ser humano se le desea que atienda–, esto no es excusa para utilizar el poder que le da su cargo para amedrentar a las víctimas de la violencia que aqueja al Estado mexicano.
Duele la falta de justicia, a la que no tenemos acceso los mexicanos pero que se agudiza, es en el caso de mujeres y niñas. México no necesita un día naranja, sino que necesita un gobierno que cumpla con proporcionar un estado de derecho sin sesgos ni indignación selectiva por causas que no golpeen la popularidad del oficialismo.
El país necesita fuerzas armadas que se solidaricen, no solamente con el gobierno o, lo que es peor, que se asocien con aquellos que han teñido de sangre el territorio. Necesita fuerzas armadas que una vez más se vistan de gloria defendiendo a la población que juraron defender. México no necesita más días conmemorativos, sino un gobierno que cumpla con el deber para el cual fue votado. Proporcionar un estado de derecho para las familias. Que no necesite difamar o denigrar causas tan justas, como las madres buscadoras o como viudas que buscan perpetuar la búsqueda de justicia de sus esposos.
No, no todos son golpeteos políticos, sino que la población está cansada de los golpes que día a día recibe cuando pierde un hijo, cuando busca una hija entre fosas, cuando un padre cae muerto frente a sus propios hijos. No presidenta, no todos queremos construir un segundo piso sobre ríos de sangre, ni todos tenemos ambiciones, senador Noroña, de un escaño o del poder. Simplemente deseamos no ver morir a nuestros seres amados o vivir llenos de temor.
