miércoles 22 octubre, 2025
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COLUMNA INVITADA Confrontando la realidad con humor

Por. Andrea Ramírez Valdés

IG: @masha_y_sus_libros

El fin pasado asistí al stand up “Me cansé de rogarte” de la artista Itzel Arcos. Lo que creía que sería sólo un show de comedia, terminó siendo un espejo introspectivo de los duelos personales que nos negamos a soltar. Y si las risas son garantizadas, también lo serán las reflexiones que te deja la divertida y dura crítica que hace la comediante de la realidad.

Antes de entrar al tema, ¿quién es Itzel Arcos? También conocida como Itzeguanita Pitumayo (@itzeguanitapitumayo), es una artista multidisciplinaria: standupera, actriz, escritora y activista feminista. Fundadora del stand up feminista, Itzel mezcla el teatro con el humor y lo autobiográfico, empleándolos como herramientas políticas que reflejan una mirada crítica de la sociedad.

Su estilo personal le da un toque único al humor que presenta en escena. Las experiencias personales que comparte, sus duelos, permiten empatizar con su diálogo, al tratarse de aflicciones con las que es posible sentirse identificado. Entre risa y risa te va a caer el veinte de que nos gusta refugiarnos en narrativas fantasiosas para protegernos de la realidad.

Los duelos que comparte la artista van en torno a la apariencia física, el trabajo, las amistades, los amores y la familia. A pesar de ser temas complicados de abordar, Itzel los confronta de manera divertida, posibilitando que puedan ser digeridos con una dosis de carcajadas.

Las apariencias lo son todo, e Itzel se encarga de abordar este primer tema criticando todo lo que hay alrededor de esta idea. No sólo se trata de como te ves, sino de qué haces para “mejorar” tu apariencia. Nos venden la idea que el “amor propio” se construye a través de regímenes ridículos del self care.

“Si no te levantas temprano, haces una rutina de skincare, vas a yoga, trabajas ocho horas, realizas un hobby, sales a cenar con tus amigos y duermes a las 10:00 pm, entonces no te quieres lo suficiente” se burla la standupera. ¿Para qué aferrarnos a un ideal tan irreal como agotador? Quizás aceptarnos tal y como somos sea menos demandante (y más divertido).

¿Qué pasa con la idealización del trabajo? Romantizar el discurso de “hay que echarle ganas” o la narrativa de “la mujer empoderada” deben de ser desechados, recomienda Itzel. En resumida cuentas, nos dice que el problema se reduce en trabajar. “Nadie debería trabajar”, exclama. Sabias palabras.

Qué decir de las amistades y sus desenlaces. Unas van, otras vienen, algunas te rompen el corazón y otras es difícil soltar por el apego a las historias entretejidas. Pero uno tiene que aprender a saber cuándo es hora de decir adiós y ponerse primero a sí mismo. Eso sí que es amor propio.

Si bien, el tema del amor “romántico” no es central en la agenda del show, se dejó claro un mensaje: no ignorar las red flags. ¿Qué le sorprende a la cantante del actuar de su ex cuando tenía escrito “fifas” por todas partes? Para qué enredarnos con personas que desde un inicio se muestran tal y como son. Y no, no es que cambien con el tiempo, sino que nunca quisimos ver quiénes eran realmente.

El último tema abordado, y quizás en el que toda la audiencia se encontró identificada, fue el de la familia.

Existen expectativas en torno a cómo nos gustaría que fueran nuestros familiares para satisfacer los ideales que tenemos de ellos. Y viceversa. Pero no siempre es posible estudiar “x” o “y” carrera, ni que tus papas sean comprensivos y accesibles.

“Vas a tener que dejar de querer lo que deseas que sea, y yo dejar ir la que desearía que fueras, para empezar a ser las que realmente somos”, expresa Itzel con ironía, mientras emite un desanimado sonido de aceptación. No siempre es fácil aceptar la realidad. Sin duda, vale la pena ponerlo en práctica.

La moraleja del show: uno tiene que saber aceptar cuando sus fantasías no se van a cumplir…ni se cumplirán. Desafanarse de aquellos sueños que ya no se harán realidad nos permite aterrizar en la realidad y construir a partir de lo que está dentro de nuestras posibilidades. Que bien se siente cuando uno acepta sus límites.

“Es bonito vivir en la realidad”, menciona Itzel. Romper con estas metas imposibles, que sólo causan frustración al no ser concretadas, resulta liberador. Vivir en la realidad permite tener un margen de acción concreto, en el que ya no hay espacio para mentirnos, y romper con esas fantasías “raras” que tantos dolores nos generan.

Cada carcajada guarda una verdad, y esa es la magia que tiene el monólogo, ya que la artista invita a la reflexión a través de la comedia. Un humor al alcance de todos, en el que será inevitable pensar “yo he estado en esa situación” y decir “que fácil nos complicamos la vida”. Si ir a terapia fuera tan divertido e iluminador como lo fue el show, creo que tardaríamos menos en identificar los cuentos que nos contamos, y soltarlos.


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