Los procedimientos carcelarios no se ejecutan con efectividad.
No se espanten estimados políticos y funcionarios públicos, esto pasa casi cada año en las cárceles mexicanas, si no es que hasta dos veces anualmente. Pero lo que es inverosímil es que transcurran meses, años y sexenios sin que el sistema penitenciario sea reformado para que cumpla con su función que es recluir, hacer purgar una sentencia, transfigurar y reinsertar en la sociedad a los reos.
Lo que recientemente ocurrió con el tan mentado “Tato” o “Tatos”, es una muestra de que los procedimientos carcelarios no se ejecutan con efectividad, aunque administre cualquier color de partido que se encuentre en el poder.
El apodado “Tato” es el sujeto que aparece en las imágenes de los noticieros y redes sociales, donde con toda la libertad e impunidad, tortura a otros internos del penal Neza Bordo, ubicado en el Estado de México. Lo hacía con tal frialdad y malicia que ni los propios custodios se atrevían a persuadirlo a detenerse.
Gracias a estos videos filtrados a los medios de comunicación, pudo verse una situación que ya se sabía pero que se mantenía en la opacidad, debido al alto grado de corrupción y colusión que existe entre autoridades y bandas delictivas que operan en el interior de las prisiones.
La primera consecuencia tenía que ser la que fue: destituir al director del penal Neza Bordo, José Duarte Franco, pues el hilo siempre se corta por lo más delgado. Pero vamos más allá. Las miradas y opiniones se centran en tratar de descifrar quién es “El Tato”, siempre sucede lo mismo cuando se evidencia un escándalo así. ¿Por qué no intentar desmantelar a toda una red de complicidades y limpiar la casa?
Las procuradurías deberían encaminarse a descubrir si en realidad “El Tato” es un cabecilla de una banda extorsionadora o simplemente le ordenaron ir a cobrar las cuotas a las demás celdas del reclusorio, y no solamente a tapar un hoyo para que llegue la Navidad y nadie más se acuerde de que las cárceles están podridas. Ahora bien, si este individuo se dedicaba a aplicar un castigo físico para que se “pusieran al corriente con sus deudas”, entonces ¿para quién iba ese dinero directamente, a quién le reportaba “El Tato”, a algún otro jefe criminal, algún directivo penitenciario, político o funcionario?
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en voz de su presidente Luis Raúl González Pérez, dijo en el Senado de la República que años atrás ya se había advertido de esta situación en los centros penitenciarios mexiquenses. ¿Y luego?, las cosas siguen igual o peor.
Un ejemplo es la capital del país. Apenas hace unos meses, el Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos del Distrito Federal (InfoDF), reveló que actualmente hay 36 mil 501 internos en los 13 penales de la Ciudad de México, de los cuales, 14 mil 158 son reincidentes, lo que representa un 38.78 por ciento, cifra que seguramente (y por lo que acabamos de conocer en lo de Neza Bordo) va en aumento.
Lo ideal sería que nuestros gobernantes no se espanten ni se hagan los espantados como si vieran al Hombre Lobo o Drácula. Esto es el pan de cada día, por favor despierten de su indolencia, ya no más videos virales que haga toparnos con esta terrible y monstruosa realidad.
Atalo Mata Othón. Egresado de la escuela de periodismo Carlos Septién García. Tiene 19 años en el ejercicio del periodismo. Conduce noticiarios en Excélsior TV y es profesor universitario.