viernes 12 septiembre, 2025
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COLUMNAS FERNANDO COCA

ACTOS DE PODER: De la efectividad del sufragio

Por. Fernando Coca

X: @Fercoca

México fue a una lucha armada para garantizar la efectividad del sufragio y evitar la reelección de un presidente. Ocurrió en 1910 y los protagonistas fueron Porfirio Díaz y Francisco I. Madero.

Después de la Revolución Mexicana, una vez que Plutarco Elías Calles creó el Partido Nacional Revolucionario, el voto no fue respetado.

En los años de 1929, 1940 y 1952 se registraron elecciones presidenciales.

Luego del asesinato de Álvaro Obregón, en 1928, se tuvieron que realizar elecciones extraordinarias. Así fue que el Partido Nacional Revolucionario y el Laborista Mexicano postularon a Pascual Ortiz Rubio. Por su parte, el Nacional Reeleccionista llevó como abanderado a José Vasconcelos y el Comunista Mexicano a Pedro Rodríguez Triana.

El candidato oficial obtuvo el 93.55 por ciento de la votación, Vasconcelos 5.33 y Rodríguez Triana 1.12 y esta elección es considerada como uno de los grandes fraudes electorales en México.

Años después, en 1940, competían por la presidencia Manuel Ávila Camacho por el Partido de la Revolución Mexicana, que sustituyó el nombre del Nacional Revolucionario. Juan Andrew Almazán era el opositor postulado por el Partido Revolucionario de Unificación Nacional. Este partido se identificada con la derecha en oposición a las políticas públicas del presidente Lázaro Cárdenas.

El proceso electoral fue violento, y el candidato oficial tuvo más del 93 por ciento de los votos por los casi 6 por ciento del opositor.

Para 1952, el PRI postuló a Adolfo Ruiz Cortines, la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano a Miguel Enríquez Guzmán y el PAN a Efraín González Luna. Los simpatizantes del candidato más alineado a la izquierda, Enríquez, alegaron fraude electoral. Desde ese momento, cualquier movimiento social identificado con la izquierda, padeció de opresión y represión.

La consecuencia primera de esas elecciones fue que la representación popular no tenía el sustento del voto libre y razonado, sino impuesto

Son innumerables los fraudes electorales cometidos en municipios y estados de la República.

La Comisión Gómez tiene la oportunidad de que cada voto emitido por la ciudadanía se traduzca en una representación política real.

¿En México existe una verdadera efectividad del voto? Sí, pero es limitado. La fragmentación política derivada de la pluralidad de partidos y los umbrales de plurinominales, provocan que no siempre haya proporcionalidad estricta.

Si además de eso, las instituciones electorales, el INE y el Tribunal Electoral, son laxas en garantizar que el numero de votos se traduzca en representación real.

Hoy, la representación real no se cumple en México. Si un partido obtiene el 40 por ciento de los votos, puede obtener mayoría absoluta en la Cámara de Diputados gracias a las alianzas y el reparto de plurinominales.

Por tanto, hay subrepresentación de las minorías y, algunos partidos, siendo minoritarios, obtienen una sobrerrepresentación por esas mismas alianzas y la forma en que se asignan los plurinominales.

En México, la representación plurinominal se creó para evitar la sobrerrepresentación, pero en el camino se prostituyó la formula.

Aún con los avances democráticos se siguen compran votos, el clientelismo no ha desaparecido, la violencia es una forma de hacer política y todo eso distorsiona la representación política de los ciudadanos.

¿Cómo hacer que la representación sea efectiva y real? Aquí algunas ideas.

1. Redistritación. Los distritos electorales no sólo deben basarse en población sino en factores sociales, económicos y comunitarias. Se evita, con ello, que existan distritos a mono para algún grupo o partido ganen esas demarcaciones políticas.

2. Ajustar el topo de representación. En la Constitución se fija el límite de sobrerrepresentación de 8 por ciento. Para evitar esto, podría reducirse a 5 por ciento para que ningún partido tengan más legisladores de los que la voluntad popular les otorgó.

3. Más plurinominales. Ante el desprestigio de los pluris -generado por los mismos partidos- la solución sería, por ejemplo, subir el numero de plurinominales o usar fórmulas que den coherencia a lo que se vota y lo que se representa. Una lista nacional, por ejemplo, daría paridad entre la formula voto-escaño.

4. Voto preferencial. Los ciudadanos podrían tener la oportunidad de elegir a quienes lo representen optando por tres alternativas lo que reduciría el voto inútil y, al final del conteo, quien tenga la mayoría de los votos será el representante popular. En Irlanda y Australia usan esta fórmula.

5. Democracia directa y participativa. Los referéndums vinculatorios, los ejercicios de presupuesto participativos, las candidaturas independientes y otras fórmulas para ampliar la representación más allá de los partidos deberían explorarse para que el pueblo tenga la representación que busca.

6. Democracia interna en los partidos políticos. Quizá esta sea uno de los mecanismos más importantes para garantizarle al pueblo una verdadera representación. Ningún partido ha podido encontrar la fórmula precisa para que el candidato que proponen sea el que espera el elector. Los intereses de grupo impiden que se manifieste la voluntad popular desde la elección de candidatos. Si se revisan cómo se eligieron los candidatos y revisamos la integración de la Cámara de Diputados, veremos que sólo hay representantes de grupos internos de cada partido y no de las causas populares.

Quizá la experiencia de Alemania pudiera ser una opción para México. Combinar la elección en distritos uninominales con listas proporcionales nacionales generen mayor representatividad real.

Acaso Chile y Costa Rica que han implementado una mayor proporcionalidad para que la representación refleje con más nitidez la diversidad política.

Una propuesta más. Tantos partidos como causas sociales. Desde los mismos partidos se ha provocado el desprestigio de los institutos político -igual que con los plurinominales- pero no hay un solo partido que abandere toda la gama de manifestaciones política de la sociedad.

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