viernes 04 julio, 2025
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MUJERES EN LA POLÍTICA POLÍTICA

Sufragio femenino, a 70 años de llegar a las urnas

A 70 años de que las mujeres acudieron por primera vez a las urnas, hoy recordamos que el sufragio femenino significa reconocimiento a la igualdad en la participación política, que cada mujer decida sobre su vida y, además, acepte la posibilidad de elección para ocupar cargos de representación pública, derecho que en principio sólo era ejercido por hombres.

Así lo destacaron las académicas Patricia Lira Alonso, de la Facultad de Derecho, y Amneris Chaparro Martínez, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG).

Las mexicanas acudieron por primera vez a las urnas en 1955, dos años después de que se reformó la Constitución y se otorgó a las mujeres el derecho a votar y ser votadas. En dichas elecciones federales salieron electas las primeras diputadas federales. Sin embargo,  ese avance se materializó dos décadas después, en 1964, cuando se eligieron a dos senadoras, y en 1979 Griselda Álvarez fue electa para gobernar Colima. La primera en ostentar un  cargo tan importante.

Amneris Chaparro, especialista en teoría política, menciona que el derecho al sufragio de las mujeres es una conquista feminista, incluso es una petición que en términos mundiales se hizo de manera sistemática desde el siglo XVIII.

El hecho de que seamos admitidas como sujetos políticos es, en términos imaginarios, un rompimiento de los roles tradicionales de las mujeres”. Amneris Chaparro

Ingreso a la educación

En el marco de la conmemoración de este 3 de julio, la investigadora del CIEG comentó que a principio del siglo XX se realizó el primer congreso feminista en Yucatán; las organizadoras eran cercanas a regímenes revolucionarios y buscaban que su lucha se concretara en el reconocimiento de la ciudadanía.

Sin embargo, antes se tuvieron otros logros, uno de los principales fue su ingreso a la educación, aunque la legislación mexicana no establecía ninguna restricción para que accedieran a la enseñanza media superior o superior, se trataba de una cuestión de costumbres, las cuales se flexibilizaron. Y, en consecuencia, comenzó su ingreso a las universidades, “es ahí donde se crea una masa crítica importante que sería fundamental para la conquista del derecho al voto”.

Se desprenden otros logros como el derecho a la propiedad, el acceso a la educación sin restricciones de ninguna índole, pero el derecho al voto fue para las mexicanas “la cereza del pastel” a mediados del siglo XX, apunta Amneris Chaparro.

“Para quienes creemos que las democracias son los regímenes que mejor pueden representar los intereses plurales de la ciudadanía, el voto es un ejercicio esencial y, en el caso de las mujeres, el sufragio también ha significado ser reconocidas como ciudadanas, como personas que tienen voz y relevancia en los asuntos políticos de la nación.”

Además, puntualiza, habrá que recordar que ese proceso representó también un quiebre; es decir, “el hecho de que seamos admitidas como sujetos políticos es, en términos imaginarios, un rompimiento de los roles tradicionales de las mujeres”.

La socióloga destaca que consta en los debates de los congresos y legislaturas que la mayoría de los varones, quienes intervenían en la discusión de si las mujeres debían o no votar, consideraba que el espacio de la política no era para ellas. También pensaban que pertenecían a la domesticidad porque estaba la idea de que tenían otro tipo de racionalidad, que se les iba a corromper y su naturaleza se vería dañada si entraban al mundo de la política.

El hecho de ser reconocidas como ciudadanas es un rompimiento con esos roles. “Aunque ello no ha sido suficiente, en los últimos años se nos ha dado una lección a tomarse en cuenta a través de acciones afirmativas, entre ellas las cuotas de género como método para promover la participación política, lo cual permite ocupar espacios que antes eran negados, expresa Chaparro Martínez.

Descartó que las mujeres no tuvieran interés en acceder al poder, simplemente había restricciones, más que de carácter legal, de naturaleza cultural. “Es decir, ustedes mejor dedíquense a asuntos propios de su género o renuncien a la candidatura y dejen a un varón. Ese tipo de estereotipos hay que irlos rompiendo, porque precisamente esto es lo que ha hecho que el incremento de mujeres en las esferas políticas sea paulatino, aunque se ha avanzado mucho”.

Es necesario comprender, dice, que el hecho de que estén en la política es bueno en sí mismo, no porque ellas vayan a hacer un mejor papel que los hombres, o porque van a atraer cosas enraizadas en la feminidad o una naturaleza de la mujer, sino por la posibilidad de contar con espacios y personas que representan intereses distintos a los tradicionales que invisibilizan a las minorías.

Amneris Chaparro aseveró que aún hay deudas que saldar en términos de igualdad, seguridad y cultura de la paz, porque un aspecto es tener nominalmente el sufragio y ser consideradas ciudadanas, y otro el trato que se nos da como seres humanos, ciudadanas y como parte de un régimen político.

UNAM Global

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