Por. Fernando Coca
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El que no quiera ver espantos, que no salga de noche, decía Andrés Manuel López Obrador cuando era jefe de Gobierno y recibía o recetaba críticas de sus adversarios.
Siempre aseguró que la postura de su gobierno jamás se atrevería a censurar a reporteros, periodistas, medios de comunicación o ciudadanos que se expresaran en contra de su administración y sus ideas.
En los meses que me tocó, primero como reportero y luego como responsable de Las Mañaneras -entre 2001 y 2002- recibir una instrucción para obstruir una investigación periodística. No lo hizo Andrés y tampoco César Yáñez, mucho menos Ana Lilia Cepeda.
Andrés Manuel se sorprendía de la piel delgadísima de los funcionarios de Vicente Fox que se indignaban cada que el jefe de Gobierno criticaba, por ejemplo, de lo que consideraba un gasto excesivo en gastos de publicidad.
Eran los tiempos en los que se le impuso el apodo de Pejelagarto, a lo que él decía que le dijeran Peje pero que no era lagarto.
Que la prensa se regule con la prensa, repetía una y otra vez, pero hoy, personajes de su movimiento, con altísimos cargos públicos, tienen la piel muy delgada y usan el poder que les permite llevar a grado inimaginable la humillación a personas que se atreven a criticar la forma de comportarse, de gobernar o de manifestar la incongruencia entre los dichos y los hechos.
Uno de los actos más representativos de la hipersensibilidad a la crítica es la del senador Gerardo Fernández Noroña, quien en sus tiempos de opositor fue mucho más violento en sus críticas a los que detentaban el poder en comparación a lo que le dijo un abogado en un salón VIP en un aeropuerto.
Llevar al recinto senatorial a su supuesto agresor (le acusaron de haberle “robado” un celular y meterlo a la cárcel) para ofrecer disculpas no sólo fue un exceso que demostró de qué está hecho el presidente de la Mesa Directiva del Senado mexicano.
Un caso más del uso de poder es el que tiene a Jorge Luis González Valdez, exdirector del Diario Tribuna en Campeche por ejercer presuntos delitos de incitación al odio y violencia en contra de la gobernadora Layda Sansores.
Para este caso, la jueza Guadalupe Martínez Taboada vinculó a proceso González Valdez y le prohíbe ejercer por dos años el periodismo al tiempo que lo condenó a pagar dos millones de pesos al director de Comunicación Social de la entidad. Además, la jueza instruyó para que Tribuna cancele la publicación en redes sociales.
Sin embargo, el periodista tiene dos años retirado y sin relación con Tribuna.
La piel delgada de la gobernadora Sansores es similar a la del senador Fernández pues como opositora no era nada suave como exige se le critica ahora que es gobierno: que sea entre algodones cualquier señalamiento contrario y, si se puede, mejor que exalten su labor en el cargo que detentan.
Y que decir de las criticas que ciudadanas a otros personajes de la 4T ha llevado a que, desde el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se les impongan medidas igual de humillantes que a los acusados por el senador y la gobernadora.
Los principios del Movimiento Regeneración Nacional dictan, argumentan y ordenan sin cortapisa, el respeto a la libertad de expresión. Eso construimos desde 1995 con Andrés, pero hoy la sensibilidad está a flor de piel.
Regresemos al origen del movimiento y, aceptemos, que un mundo uniforme en donde todas y todos pensemos igual sería muy aburrido.
