domingo 09 marzo, 2025
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CULTURA VIDA

La fotografía como testimonio: Sebastião Salgado

Por. Boris Berenzon Gorn

 

En memoria de Israel Katzman, mi tío, amante de la fotografía.

 

Sebastião Salgado, nacido en Aimorés, Brasil, en 1944, ha logrado trascender las fronteras de la fotografía y del conocimiento, convirtiéndola en algo mucho más que un simple medio de representación visual. Su obra no se limita a documentar; da voz a aquellos cuyas historias, a causa de su vulnerabilidad o invisibilidad social, a menudo son relegadas al margen de la narrativa hegemónica y global. A través de una estética depurada y un profundo compromiso ético, Salgado utiliza la fotografía como un testimonio fundamental de vidas humanas que deben ser escuchadas y preservadas. Cada una de sus imágenes captura momentos de gran trascendencia social y humana, erigiéndose como un legado visual que desafía tanto el olvido como la indiferencia. Ahí se da fe del sentido del patrimonio, en todas sus acepciones.

La fotografía, entonces, se configura como un lenguaje: una lingüística de la realidad que, en ocasiones, se presenta de manera metafórica, y en otras, metonímica, cargada de significados y significantes. A través de su lente, Salgado ha retratado el sufrimiento, la dignidad y la resistencia de comunidades que viven en condiciones extremas, como las que documenta en sus series Workers y Migrations. No obstante, lo que distingue su trabajo no es solo la capacidad de captar la dureza de las situaciones, sino la habilidad para humanizarlas. En lugar de limitarse a exponer la brutalidad de las circunstancias, Salgado invita a una reflexión profunda sobre las estructuras de poder que perpetúan la explotación, el desplazamiento social y la pobreza. Las sombras, bitonos y luces que emplea en su obra son recursos estilísticos y herramientas que facilitan la conexión emocional del espectador con la humanidad de los sujetos fotografiados, resaltando la lucha de los seres humanos por su dignidad frente a situaciones que parecen condenarlos al anonimato. La imagen se vuelve fuente para entender nuestro acontecer a lo largo de nuestros tiempos.

El análisis de Arthur Danto sobre la relación entre la estética y la ética en el arte ofrece una clave para entender el impacto de la obra de Salgado. En su reflexión sobre El abuso de la belleza, Danto sostiene que la beldad debe entenderse en un contexto ético que va más allá de lo superficial. Salgado no sucumbe a la trampa de la mera representación visual; sus imágenes son, ante todo, actos de resistencia contra el olvido, reivindicaciones de la dignidad humana. Su fotografía no busca simplemente sorprender visualmente, sino incitar una reflexión profunda sobre la condición humana y las injusticias que marcan nuestras sociedades.

Susan Sontag, en Sobre la fotografía, profundiza en la capacidad de la fotografía para no solo capturar la realidad, sino también transformarla en un testimonio que nos obliga a reflexionar. Siguiendo la misma línea, Salgado no se limita a retratar la pobreza o el sufrimiento; convierte estas situaciones en un archivo visual que preserva las historias de aquellos cuya voz podría haber sido silenciada por el paso del tiempo o el desinterés social. Las imágenes de Migrations no son solo documentos históricos, sino testimonios vivos de las experiencias humanas que se ocultan detrás de las estadísticas, revelando no solo el desplazamiento, sino la resistencia y la resiliencia de quienes lo padecen. De igual manera, en Genesis, Salgado no se limita a capturar la belleza de paisajes intactos o pueblos indígenas; utiliza su cámara como un medio para preservar estos entornos frente a las amenazas del cambio climático y la destrucción provocada por la actividad humana. Cada imagen se convierte en una llamada de atención sobre la fragilidad del planeta y la urgente necesidad de preservarlo.

La fotografía de Salgado no se limita a documentar la realidad, sino que se convierte en un instrumento de reflexión crítica. En sus trabajos, la fotografía se transforma en una herramienta antropológica que no solo captura momentos, sino que construye una narrativa visual que nos invita a entender las culturas, los entornos y las vidas que retrata. A través de sus imágenes, Salgado no es un simple observador; establece una relación cercana y respetuosa con los sujetos de sus fotografías, dándoles un rostro, una voz, una historia. Este enfoque lo coloca más allá de la fotografía documental tradicional, transformando sus imágenes en un medio para preservar y humanizar, al mismo tiempo que denuncia las injusticias que enfrentan las comunidades marginadas.

El verdadero valor de la obra de Salgado radica en su capacidad para trascender lo visual, desafiando a los espectadores a confrontar las realidades que nos presenta. En su trabajo, la fotografía se convierte en un acto de memoria, resistencia y acción. Las imágenes no solo muestran las huellas de la angustia humana, sino que también invitan al público a involucrarse y reflexionar sobre su propia responsabilidad ante las injusticias. Así, la obra de Salgado tiene un impacto que va más allá de lo estético, convirtiéndose en un vehículo para movilizar la conciencia social y cultural de quienes la observan.

En el contexto mexicano, donde las problemáticas sociales, culturales y ambientales se tornan cada vez más urgentes, el trabajo de Salgado se erige como un espejo que refleja nuestras propias luchas. Las comunidades originarias, afrodescendientes, campesinas y migrantes en México enfrentan condiciones análogas a las que Salgado ha documentado a lo largo de su carrera. Las migraciones latinoamericanas, causada por la violencia, la pobreza y la devastación ambiental, es una realidad creciente. Las imágenes de Salgado, al capturar las historias de estos pueblos desplazados y marginados, permiten una conexión con una realidad que, aunque geográficamente distante, resuena profundamente en nuestra experiencia como sociedad.

En México, la relación con la tierra y los pueblos indígenas constituye un tema nodal. Al igual que Salgado, fotógrafos mexicanos, académicos y activistas sociales luchan por documentar no solo la belleza de estos pueblos y paisajes que ya es mucho, sino también los riesgos a los que se enfrentan. La fotografía, como un naufragio entre imágenes que nunca podrán capturar la realidad total, pero se acercan, se convierte en un diálogo constante entre lo que se muestra y lo que permanece en el silencio.

En este contexto, la exposición de Salgado en el Museo Nacional de Antropología de México cobra una relevancia especial. Al presentar su trabajo en un espacio dedicado a la reflexión antropológica, la muestra no solo destaca la calidad técnica y artística de Salgado, sino también su contribución a la preservación de un patrimonio visual de las culturas y los entornos amenazados por la modernidad. Series como Amazônia nos invitan a reflexionar sobre la belleza de la selva y las comunidades indígenas, al mismo tiempo también nos alertan sobre la fragilidad de estos ecosistemas frente a la intervención humana. Esta exposición, por lo tanto, no es solo una celebración estética, sino un llamado de atención sobre la urgente necesidad de preservar la biodiversidad y las culturas que habitan en equilibrio con el medio ambiente.

La obra de Sebastião Salgado ha logrado transformar la fotografía en un medio profundamente comprometido con los problemas sociales, culturales y ambientales que enfrenta la humanidad. A través de su maestría técnica y su mirada ética, ha convertido la fotografía en un puente entre el arte y la memoria social: un testimonio visual que preserva no solo el sufrimiento, sino también la dignidad humana, la resistencia y la belleza que perduran a pesar de las adversidades. Su trabajo invita, por encima de todo, a una reflexión crítica sobre nuestra responsabilidad ética ante un mundo en constante cambio y sobre la importancia de reconocer las historias que, a menudo, permanecen en el olvido.

En un mundo marcado por crisis, Salgado ofrece una visión que va más allá de la desesperanza: una visión donde la fotografía se convierte en un puente entre la tragedia y la esperanza, entre la destrucción y la posibilidad de redención. Su trabajo, inmortalizado en imágenes poderosas, nos desafía a tomar conciencia y acción, recordándonos que la lucha por la dignidad humana y la preservación del planeta es una tarea que nos involucra a todos.

En conclusión, la obra de Sebastião Salgado, que se exhibe en nuestro museo mayor, el Museo Nacional de Antropología, se despliega como un testimonio visual único, donde la luz y la sombra no solo configuran sus composiciones, sino que dan forma a una narrativa profunda de resistencia y dignidad. A través de sus fotografías, Salgado otorga voz a aquellos que permanecen en el silencio de las grandes narrativas, revelando realidades ocultas y mostrando el sufrimiento humano con una sensibilidad que transforma la desesperación en un retrato de resistencia. Su capacidad para conectar lo global con lo local y para capturar la belleza en medio de la devastación convierte su trabajo en un eco de las luchas que definen nuestro tiempo. Cada imagen se erige como un recordatorio de nuestra responsabilidad colectiva, una memoria visual que no solo documenta, sino que nos invita a reflexionar sobre el estado de nuestro planeta y las vidas que dependen de su conservación. Ahí en donde la cultura, la ciencia y todos los saberes tienen una asignatura pendiente.

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