jueves 21 noviembre, 2024
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SEXTO SENTIDO: Mujeres en reclusión, adiós al uniforme

Por. Adriana Luna

María, Rosa, Lupita (se han cambiado los nombres), cada una se acercó a un tambo en llamas para arrojar su ropa. Era como dejar atrás el pasado. Cada mujer en prisión tiene una historia que la acompaña, pero siempre terminan tras las rejas por delitos contra la salud, robo, secuestro y extorsión, en su mayoría. En la vida han sido golpeadas, violadas, discriminadas, abandonadas, repudiadas.

Una de ellas recuerda por qué llegó a la cárcel, estaba cansada de los abusos de su marido, de los golpes frecuentes que la dejaban casi muerta, hasta que no pudo más tomó un arma y lo mató. Otra explica que no entiende cómo pudo enamorarse de un adicto a las drogas, al grado que terminó vendiendo estupefacientes y hoy está presa. Lupita sabía que la persona a la que le llevaba de comer estaba secuestrada, pero creía que no tenía opción, si no cumplía las órdenes pagaría las consecuencias, o peor, sus hijos. Y así, historias similares.

Aunque en la Constitución se garantizan sus derechos elementales, la realidad es que al 58% de las reclusas no se les informó el motivo de su detención y al 65% se les dejó en total indefensión (según un informe especial de la Cámara de Diputados). Ellas dejan atrás a su familia y a sus hijos para cumplir su condena, en algunos centros de reclusión en México duermen en el piso, en condiciones insalubres, espacios sobrepoblados, con atención deficiente de servicios médicos, sin áreas exclusivas para visita íntima.

Visitadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en la última década detectaron que en ocasiones las internas no tienen derecho de audiencia cuando se les acusa de irregularidades, reciben sanciones sin fundamento, sin notificación, se les prohíbe salir de su celda por meses, se les suspenden las visitas familiares e íntimas como medida correctiva. Se ha detectado que en algunas prisiones como en Nayarit, las mujeres en reclusión que no tenían área destinada para su género han sido alojadas en oficinas.

Las mujeres indígenas que no hablan español enfrentan situaciones más complicadas por no contar con un intérprete, lo que ocasiona un aislamiento mayor. Los bebés que desde su nacimiento o sus primeros pueden convivir con sus madres en prisión no se escapan de las precarias condiciones, de la falta de atención médica, de la alimentación apropiada o del espacio amplio para jugar. Las historias se repiten en los más de 400 centros de reclusión del país.

El Centro de Readaptación Social en Jalisco ha optado por hacer cambios, algunos hasta son criticados por las personas que gozan de libertad: ¿por qué se les llevan conciertos con música orquesta? ¿por qué se les dan opciones educativas, artísticas y culturales? ¿por qué se embellecen sus espacios? ¿por qué se respetan sus derechos humanos, los que ellos no respetaron en sus víctimas? ¿por qué se divierten haciendo alebrijes y hasta los venden en el extranjero? ¡Esa vida no la tengo ni yo!, argumentan.

La respuesta es: porque la música, la cultura, las artes en general cambian las actitudes agresivas en pasivas, porque se trata de lugares de readaptación que brindan una segunda oportunidad para cambiar su vida, porque sin importar lo que hayan hecho simplemente por ser humanos deben ser tratados con dignidad.

Ahora, Jalisco se convierte en la primera entidad que elimina la obligatoriedad del uso del uniforme entre las mujeres presas. Podrán vestir su ropa del color que gusten, no solo el beige que fue reglamentario hasta ayer. Sólo hay dos excepciones, no podrán usar los colores negro y azul, esos corresponden a las visitas y al personal de custodia.

Cuando las mujeres privadas de su libertad en el Penal de Puente Grande, escucharon las palabras del director José Antonio Pérez Juárez, prorrumpieron en aplausos y algarabía. A quienes enfrenten desventajas económicas se les proveerá ropa. La primera vez que se les permitió no portar uniforme carcelario fue durante la pandemia de Covid-19, mientras realizaban videollamadas a sus familiares, se buscaba evitar la estigmatización cuando las veían sus hijos.

El sistema penitenciario de Jalisco sostiene que a raíz de que ha innovado con la primera universidad penitenciaria en México, con la Escuela de Alebrijes, los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, etc., está registrando sólo 17 reincidencias con condena por delito distinto, de un universo superior a las 25 mil 500 personas que dejaron la prisión, logrando una readaptación social y un cambio de vida para ellas y sus familias, lo que al final, es una buena noticia para todos.

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