Por. Fernando Coca
Desde luego que lo que narro aquí es como viví el proceso de la herramienta más eficaz de comunicación política de los últimos 25 años.
Me refiero a La Mañanera, el encuentro entre reporteros y el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. Quizá otros tendrán una visión diferente de cómo se generó el diálogo entre representantes de los medios y Andrés Manuel, pero Ésta es, reitero, lo que a mí me consta.
Un día después de iniciar su gobierno en el Distrito Federal, Andrés Manuel sí llegó muy temprano a las oficinas del Antigua Palacio del Ayuntamiento. Durante su campaña, López Obrador anunció que comenzaría a trabajar muy temprano, a partir de las seis de la mañana para atender el tema de la inseguridad qua aquejaba a la capital del país.
Cuando Andrés llegó a la sede del gobierno, se encontró con una persona que no esperaba ver ahí. Era Alejandra Bordon, reportera del periódico Reforma que se le acercaba para preguntarle qué haría en su primer día de labores al frente de la administración del DF.
Andrés Manuel le dijo a Alejandra que la reunión era para los miembros de su gabinete de seguridad y que no era para que los medios llegaran a esa hora.
Además de Alejandra también estaba un reportero de Monitor, el programa de radio de José Gutiérrez Vivo. Era Héctor Jiménez Landín. Ahí nació la mañanera.
Al día siguiente, el 7 de diciembre del 2000, llegó un tercer reportero a cubrir la llegada del jefe de Gobierno a sus oficinas, fue Fernando Mora, de Televisa.
El viernes 8 de diciembre, si mal no recuerdo, TV Azteca asignó a Ricardo Contreras para sumarse a lo que se configuraba como la fuente que cubriría a López Obrador.
Recordemos que, al inicio del 2000, Reforma y Monitor eran referencia para todos los medios, y por ello, los jefes de información del resto de los medios escritos y electrónicos comenzaron a enviar a sus reporteras y reporteros.
Fue ahí como los medios hicieron notas de cómo llegaba el jefe de Gobierno: a bordo de un Tsuru blanco que en ese momento manejaba Jesús “Chuy” Falcón.
Los reporteros esperaban que Andrés bajara del auto y le preguntaban sobre los temas de la ciudad.
Después él entraba al edificio, se cerraban las rejas para que el gabinete de seguridad le diera el parte de los acontecimientos sucedidos.
Así fue por varios meses. Poco a poco La Mañanera comenzaba a ser “la nota” en casi todos los medios de la ciudad y del país.
Semanas después de que comenzaran con las entrevistas banqueteras, TV Azteca me asignó como reportero de la fuente del Distrito Federal. Televisa tenía en Pablo Reinah y Paola Figueroa, después se quedó Carmen Jaimes, quien también cubrió la campaña de AMLO.
A quienes requerimos de imagen para llevar la noticia a las audiencias nos urgía enviar a nuestros canales y periódicos una imagen limpia. En los “chacaleos” a veces no se lograba. Comenzamos, entonces, a pedir que las entrevistas al jefe de Gobierno se realizaran en un espacio con mas posibilidad de tener orden.
Aquí cabe una anécdota de las penurias que padecíamos. Un buen día, todavía en las entrevistas en la calle, mi equipo de camarógrafos tuvo un percance en el trayecto de Azteca al Zócalo.
La producción del programa que conducían Ramón Fregoso y Ana María Lomelí (hoy diputada electa por MORENA) me exigía un enlace de la entrevista. Estaba desesperado pues no había forma de que llegaran a tiempo. Un camarógrafo de Canal 40, Cuauhtémoc, se me acercó y me preguntó por Gabriel y Jorge, mi equipo. Le dije que estaban atendiendo el percance y que no llegaban para el enlace. Sonrió y me preguntó, “¿llegó ya tu unidad?” -una camioneta desde donde se enviaba la señal al cana- respondí que sí. El productor estaba a mi lado y, previendo la propuesta que vendría abrió los ojos como señal de salvación. Conéctame, le dijo el camarógrafo al productor. Hicimos el enlace y, minutos después llegaron Gabo y Jorge. En ese momento, había un conflicto grave entre Azteca y Canal 40. Era una guerra entre los dueños de los canales.
Abajo, entre los que andamos en la calle, esa lucha no permeaba, éramos colegas, amigos y, como se vio, solidarios en momentos difíciles.
La Mañanera fue creciendo no sólo en presencia de medios, sino en su importancia para la clase política. A regañadientes muchos jefes de información enviaron reporteras y reporteros. Los políticos estaban atentos a lo que decía su adversario.
Muchos funcionarios de los medios se negaban a cubrir La Mañanera. A mi me enviaron a cubrir porque tenía unos pocos meses de haber ingresado a la televisora y escuché a algún funcionario del canal decir que no valía la pena cubrir a un alcalde como López Obrador. Que pronto se cansaría de atender a los medios y que Azteca ya no gastaría recursos en algo que no tenía futuro. Se equivocó.
Lo que los funcionarios de los medios no sabían era que los de la fuente sí nos tomamos en serio nuestro trabajo. Nunca un funcionario de ese nivel nos atendía todos los días y nos contestaba las preguntas que le hacíamos.
Varias veces hablamos con Ana Lilia Cepeda y con César Yáñez para tener un mejor lugar para hacer la entrevista.
Logramos que, primero, la entrevista se diera fuera de las oficinas de Andrés. Después, en la escalinata del edificio.
Los que hacíamos televisión, necesitábamos un mejor lugar para realizar nuestro trabajo. Fue entonces que pedí que se asignara un espació para hacer las conferencias. Los mismo hicieron, según me comentó alguna vez Ana Lilia, Pablo Reinah y Paola Figueroa.
Poco a poco se nos fue haciendo caso. Alguna vez, César Yáñez me invitó a conocer el lugar que ocupaba la tesorería del Ayuntamiento, y cómo y dónde adaptarían el lugar. Ese espacio se bautizaría como Sala Francisco Zarco. La Mañaneras tomaban forma y el instrumento que llevó a López Obrador a los titulares de los noticiarios de televisión y radio y las primeras portadas de los periódicos se consolidaba.
Ahí ocurrieron los mejores, y algunos de los peores, momentos del gobierno de Andrés Manuel. Cito algunos que no están en orden cronológico:
El gobierno de la Ciudad de México construiría segundos pisos en el Periférico. La nota la dio en una entrevista con José Gutiérrez Vivó. Entonces hubo un “motín emocional” (así calificado por AMLO) de la fuente. ¿Cómo era posible que las y los reporteros que cubrían de domingo a domingo sus actividades no tuvieran la exclusiva? A partir de ese momento, López Obrador evitaba dar entrevistas cuando asistía a algún evento y que su fuente no estaba completa. Se disculpaba con los reporteros que lo cuestionaba diciendo que “por respeto a mi fuente” no podía contestar.
Ese anunció estuvo ligado, meses después, a uno de los momentos menos felices de su gobierno. Luego de la licitación de los segundos pisos se dio a conocer al ganador. Fue Alejandra Bordon quien le preguntó -además era la única que tenía el resultado de la licitación- “qué pensaba de que Carlos Ahumada, empresario de origen argentino, hubiese ganado la licitación de los segundos pisos”. AMLO pasó un trago amargo. Primero porque no pensó que la información fuera conocida y, después, de que Reforma tenía la exclusiva.
La licitación se declaró desierta para que no quedara en manos de Ahumada. Entonces, la obra emblemática del gobierno de AMLO quedó en manos de Riobbo.
Otro momento que marcó la administración de Andrés fue la renuncia de Leonel Godoy a la secretaría de Seguridad Pública. El doctor Godoy se iría a Michoacán para ser el secretario de Gobierno de Lázaro Cárdenas. La noticia la dio Leonel con Gutiérrez Vivo y a AMLO no le gustó mucho no ser él quien anunciara la dimisión.
Entonces yo ya estaba con Andrés haciendo La Mañanera, había salido de Azteca y él y César Yáñez me invitaron a colaborar en el gobierno.
Cuando entramos a la bóveda de lo que era la antigua tesorería, le comenté de la entrevista, que él ya había escuchado en el Tsuru. Me dijo que, entonces, daría a conocer el nombre del sustituto de Leonel Godoy en la conferencia. Le dije que, si no era mejor esperar, enviar la propuesta al presidente Fox y, una vez con la aprobación del mandatario, se diera a conocer el nombre. Su repuesta fue que no, que Fox no tenía porque oponerse a una propuesta suya (la Constitución marcaba que al jefe de la policía y al procurador del DF lo proponía el jefe de Gobierno y lo ratificaba el presidente). “Voy a nombrar a Paco Garduño”. Salió de la bóveda y anunció su decisión.
Fox, confrontado con Andrés desde que el jefe de Gobierno descalificó el excesivo gasto del gobierno federal en publicidad (área que manejaba Marta Sahagún antes de casarse con Fox), aprovechó el anuncio de Andrés para elevar el conflicto.
Francisco Garduño era subsecretario de Gobierno y Fox le negó la posibilidad de asumir el cargo al que lo quería llevar López Obrador. Hubo jaloneo entre el gobierno federal y el del DF. La estira y afloja terminó cuando Andrés Manuel llamó a Marcelo Ebrard, lo propuso a Fox y se dio la ratificación. (Andrés Manuel estaba confiado en que al final, Paco Garduño sería ratificado. Tanto así que me dijo que me iría con él a Seguridad Pública para ocupar el área de Atención Ciudadana y Comunicación Social. Obvio, Paco no fue ratificado y yo menos).
Hubo más, mucho más. Lo que viví como reportero, cubriendo La Mañanera y después, acompañando todos los días al jefe de Gobierno como parte de su gobierno.
Ese ejercicio de comunicación política nació por la llegada de los representantes de los medios, primero, para ver si cumplía con llegar a trabajar a las seis de la mañana.
Después se fue perfeccionando por instancias de los medios, principalmente de los que cubríamos por Televisa y Azteca.
Andrés Manuel y César de dieron cuenta de que habían alcanzado niveles de audiencia sin pagar un centavo, fue ahí donde le pegaron a Fox y su gobierno y comenzó la cacería en la que el presidente quería fuera al jefe de Gobierno de todo.
La Mañanera reventó la política de comunicación del gobierno federal pues los programas de noticias matutinos (Ana María Lomelí y Ramón Fregoso en Azteca y Lourdes Ramos y Jorge Berry en Televisa, además de José Gutiérrez Vivo en Monitor) tenían en la conferencia información para sus audiencias, la transmitían en vivo y elevaban el rating.
Reforma, con Alejandra Bordon y Tatiana Adalid, siempre llevaban nota de primera.
Canal 40 (Erika Flores, Yuly García y Taira Villarreal) y el Canal 11 (Vanessa Meléndez, Carlos Ibarra y Ariadna Compaigne) también iban diario.
El Heraldo (Irasema Pineda) también acudía todos los días.
La Crónica tenía asignada a Silvia Arellano. El periódico era uno de los principales detractores del jefe de Gobierno. Andrés Manuel siempre le manifestó respeto a Silvia y le decía que el problema no era con ella, sino con los directivos del diario.
La Jornada tenía asignados dos reporteros, pero hubo un tiempo en el que dejaron de ir. Un conflicto por publicidad, nos decían, congeló un tiempo la asistencia de los jornaleros Raúl Llanos y Elía Baltazar. (Con La Jornada hubo un hecho que marcó inconformidad con los reporteros de la fuente: en una columna Astillero de Julio Hernández, se calificó a los reporteros de personajes somnolientos que no saben a que van ni qué preguntar. Eso detonó que se le pidiera a César Yáñez que la versión estenográfica de la conferencia se publicará después de las 6 de la tarde pues La Jornada llevaba de primera plana La Mañanera y no tenían reporteros. Los dichos de Hernández calaron en los que se levantaban temprano. La petición se cumplió unos días).
Los grupos radiofónicos como como Monitor (Roberto Calleja, Héctor Jiménez Landín y Ernesto Osorio, además de Aurora Vega); Radio Centro-Formato21 (con Rosario González Martínez), ACIR (Ernesto Xibille); Radio Trece (Andrés Toledo); Radio Mil (Juan Enrique Pelcastre); Detrás de la Noticia (José Luis Armenta y Omar Sánchez de Tagle); MVS (Rafel Arce Ruiz) y Radio Fórmula (Elizabeth Galindo) hacían enlaces en vivo de la conferencia.
Muchos más colegas de otros medios acudían a la conferencia matutina. Incluso, después del encuentro con Andrés Manuel se daba otra conferencia, esta más informal, con el secretario de Seguridad Pública, primero Leonel Godoy y luego Marcelo Ebrard, y con el Procurador Bernardo Bátiz.
Así nació La Mañanera. Su última edición con Andrés Manuel, el 30 de septiembre de 2024, será una fiesta, a decir del propio presidente. Terminará, entonces, uno de los principales instrumentos que llevaron a López Obrador a la Presidencia de la República.
Seguro que otros tendrán otra visión de cómo se gestó La Mañanera, pero lo que les cuento, es lo que yo viví.