Por. Saraí Aguilar
Se demostró que a veces más vale maña que fuerza. Y eso lo demostró Xóchitl Gálvez en el debate del domingo.
Tras un primer debate donde hubo mucha polémica, pues la candidata de la Coalición Fuerza y Corazón por México no demostró el arrojo por el cual es conocida, Gálvez había anunciado durante la semana que sería ella misma.
Esta declaración nos permitía claramente entender que las cúpulas partidistas habían intervenido (para mal) en su preparación para el primer encuentro. La escena casi se puede adivinar. Asesores de imagen que le quitaron su característico huipil, asesores de discurso que matizaron su tono y sus palabras, y asesores sobre asesores que terminaron por diluir la esencia que la llevó a ser candidata. El resultado es historia.
No obstante, la noche del domingo salió una Xóchilt decidida. Cual fanática del futbol americano, aprendió a leer la estrategia de su contrincante y a no jugar en la banda que Sheinbaum domina, que es el discurso sin emociones, exacto en tiempos y con cuadratura. En parte por su personalidad, en otra por su trayectoria desde las grillas universitarias y por otra por (de)formación académica, la candidata oficialista domina el jugar bajo esa estrategia.
Por ello, era impensable ganar por aire lo que se podía ganar a ras del terreno. Y Xóchitl dio en el clavo. Pues si bien se leía a varios escandalizados porque Gálvez interrumpió y mostraba gráficas en tiempos donde no correspondía, haciéndose “acreedora a un regaño” (santo escándalo, la van a dejar sin recreo), no fue por desconocimiento sino por leer a su interlocutora.
Y vaya que lo hizo. Logró desequilibrar el temple de la morenista. Supo contestar y utilizar la estrategia de López Obrador: repetir una y otra vez los mismos motes, que de tanto decirlos terminaron por ser la frase de la noche, “la candidata de las mentiras”. Porque si algo ha funcionado desde el púlpito presidencial este sexenio es repetir una y otra vez los mismos motes, ofensas y desacreditaciones. Algo que hasta este domingo ningún político opositor ha realizado: grabar en la población un mote, una frase que identifique al bando oficialista. Esto, aunado a una candidata que no defendía su candidatura, sino que llevaba la encomienda de exaltar los logros de otro, solo la descolocaba más y más al tener que asegurar ¡que el AIFA tiene gran afluencia!
Xóchitl logró conectar varios golpes importantes. Dejó la puerta abierta para el debate que sigue con la frase más fuerte de la noche: la candidata del narco. Frase que da para que un país envuelto en la violencia del crimen organizado la medite en estas semanas. No obstante, no se pueden lanzar campanas al aire anticipadamente. Esto debe ser el arranque de una campaña en que ninguna de las dos candidatas ha logrado encender a la gente.
Gálvez acertó ayer al alejarse de la política que no comunica con la vida diaria. La acompañó Nayelli, una mujer, como cualquiera de a pie, no de ONG u OSC de esas que tanto gustan a la oposición. De las que sufren las consecuencias de los malos gobiernos, de la inflación que nos pega, de la inseguridad. La acompañó Mario, un campesino que ha vivido el olvido del campo. Necesita ejercitar más el gancho izquierdo sin duda, pero la duda se despejará en las urnas de qué tan efectivo fue recordarnos que a quien se le cae un colegio y un Metro, también se le caerá el país.