sábado 23 noviembre, 2024
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COLUMNA INVITADA: Debate chafa y focos rojos

Por. Marisa Iglesias

@marisaiglesia10

 

¡Qué mal show fue el primer debate presidencial! Un espectáculo mal diseñado, mal producido y con muy malos actores. Me dirán que un debate político no se trata de un show, que los debates son ejercicios democráticos para que la ciudadanía conozca a sus candidatos y tenga mejores herramientas para decidir su voto. Y sí, esa es y esa debe ser la intención central de los debates, pero uno entre candidatos a la Presidencia de un país, transmitido en tiempos estelares de televisión nacional, está obligado a ser también un evento atractivo. Y éste no lo fue. No lo fue en ningún sentido.

A las 8 de la noche, como aperitivo, se transmitió un clip como de los años 70. México Magia y Encuentro, ¿o cómo se llamaban aquellos programas? Magueyes, rostros “mexicanos”, fábricas, monumentos históricos, Bellas Artes, las Torres de Satélite… Joder… Nomás faltó un tema musical como del Festival OTI de aquellos tiempos cantado a coro por los Hermanos Zavala. Luego caemos al set del debate, que es horrible. Lleno de diseños distractores en el muro trasero que de a ratos parecerán sombreros o coronas o halos de santo de los candidatos. ¿Neta?

Los moderadores saludan, explican el formato del debate y presentan a los candidatos. Claudia está particularmente rígida pero se ve elegante. Con una elegancia muy bien diseñada para su rigidez, su delgadez y su largo cuello. Máynez, como desde su primera intervención pidió ser llamado, no trae chelas ni tenis fosfo fosfo, pero sí una sonrisa Colgate que no desaparecerá jamás. Y Xóchitl está disfrazada de Angela Merkel, con un traje sastre monocromático. Y se ve incómoda.

Inicia el espectáculo. Denise Maerker y Manuel López San Martín, los moderadores -que no tendrán nunca nada qué moderar- son impecables. Pero el guion, lamentable, lleva indefectiblemente a un espectáculo lamentable. Mil preguntas, “del sur, del centro, del norte”, ¿eso importaba? Poquísimo tiempo para responderlas en las barrocamente llamadas bolsas de tiempo. Cero espacio para un debate real. El candidato que quiere responder o refutar lo dicho por otro tiene que levantar la mano y pedir permiso a los conductores. Carajo… ¿Es la escuelita? Un desatino de principio a fin.

Y luego la producción… ¿Por qué teníamos que estar viendo todo el tiempo a los tres? A Xóchitl estirándose la falda y el saco, a Máynez tomando agua mil veces de su termo fosfo-fosfo, a Claudia haciendo señas crípticas a su equipo. ¿A nadie le pasó por la cabeza cuidar a los candidatos? Por lo visto, a la producción no. ¿Y al INE tampoco le pasó por la cabeza contratar a una casa productora profesional con experiencia probada? Por lo visto, tampoco.

Y luego, los candidatos… En el postdebate fue casi unánime la percepción de que Claudia ganó por el solo hecho de que nadie logró descolocarla. Y también casi unánime la de haber visto a Xóchitl nerviosa, enojada y torpe. Y los que hablaron de Máynez se refirieron, sobre todo, a su peculiar sonrisa petrificada. Por cierto, increíble que su nombre en el programa apareciera como Jorge Máynez y nunca se corrigiera. El señor tiene un apellido paterno que seguro sí aparece en su credencial del INE. Pero del INE ni sus luces.

Que Claudia ganó el debate es mucho decir, pero no lo perdió, y con eso gana. Máynez gana por el solo hecho de estar ahí dos horas y sonreír. Pero si creo, y lo escribo con enorme tristeza, que Xóchitl lo perdió. ¿Dónde está Xóchitl? ¿Qué ha hecho con ella su equipo de campaña? ¿Por qué se ha desdibujado así? ¿Dónde está la Xóchitl todo-carisma que la catapultó inesperadamente a la candidatura presidencial de una alianza partidista impensable? ¿Dónde está esa Xóchitl? ¿De verdad era importante quitarle sus hermosos huipiles para el debate? ¿De verdad vistiéndola de Merkel le construyen una imagen más “presidencial”? No le hallan a su campaña, carajo, y ella misma tampoco. Fue angustiante verla tan nerviosa al principio del debate, más angustiante verla recomponerse pero disparar sin puntería, y aún más angustiante verla cansada, perdida en un mar de papeles y mostrando la bandera de cabeza. Si no se prendió un foco rojo en su cuarto de guerra el domingo en la noche y no modifican su estrategia -si es que la tienen- a la campaña de Xóchitl podría venírsele encima la noche. Ojalá haya sido solamente un eclipse. Como el poderoso del lunes siguiente. Yo de todas maneras voy a votar por ella.

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