Por. Saraí Aguilar
En una elección que prometía poner fin a las gestiones patriarcales con la inminente llegada de una mujer en la Presidencia, los hombres fuertes del sistema partidista parecen no resignarse.
Esto quedó claro con la designación de pluriminales de la coalición opositora, encabezada (solo la candidatura presidencial, pues las decisiones las toman otros) por Xóchitl Gálvez.
En días pasados fueron publicadas las listas de candidatos de representación proporcional de la oposición para el Senado y la Cámara de Diputados. Y la desvergüenza no podía ser mayor. En estas destacan nombres como Alejandro Moreno, actual líder nacional del PRI y, por supuesto, Marko Cortés, dirigente del PAN, y Jesús Zambrano, del PRD. En Acción Nacional figuran políticos como Francisco Javier García Cabeza de Vaca, exgobernador de Tamaulipas y acusado de diversos delitos; Ricardo Anaya, quien lleva años de no vivir en el país, o Lilly Téllez, quien no tiene ni un sexenio completo en el PAN pero toda su estancia en el Senado ha tenido desplantes contra las agendas feministas.
¿Dónde queda la participación ciudadana en estos espacios? Una pregunta que resulta clave de realizar a la candidata presidencial de la coalición, quien había hecho de la participación apartidista o independiente un grito de guerra.
Pero, en el momento de las definiciones, Gálvez se limitó a decir que respeta a los partidos.
“La integración de las listas de candidatos a diputados y senadores plurinominales es una facultad de los partidos políticos y, en el caso de los que integran la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN, PRI y PRD) yo la respeto”, expuso Xóchitl. Luego insistió en que el proyecto que ella encabeza estará acompañado por ciudadanos sin filiación partidista. Algo que definitivamente no concuerda con la realidad.
Es de cuestionarse que encabezar el puesto más alto de la coalición no le dé un margen de maniobra a la candidata. ¿De verdad se está rompiendo el esquema patriarcal de los partidos o es una fachada?
La política ha sido una arena históricamente dominada por hombres. No fue sino con las leyes de paridad que las mujeres comenzaron a alcanzar mayor número de curules y escaños, y pudieron participar en igualdad de oportunidades en distritos donde existiesen posibilidades reales de ganar o de no ser simplemente “juanitas”.
Pero, al parecer, en las elecciones de junio podemos estar ante una simulación en el avance de las mujeres.
No olvidemos que del lado oficialista la candidata Claudia Sheinbaum tampoco ha podido tomar el rumbo de su campaña. Tuvo que ser ungida por el líder supremo en una entrega de bastón. Pero tampoco parece claro que lo esté usando para definir al elenco de candidatos en los que más bien se notan los ajustes de cuentas entre las numerosas (y supuestamente inexistentes) corrientes del morenismo, además de los premios a los chapulines que han brincado al oficialismo.
Sería bueno, por las mujeres, para el país, que tanto Xóchitl como Claudia tomaran el control de sus campañas y sus decisiones. Buscamos lideresas, no representantes de intereses de los hombres de sus partidos.