El Quinto Informe del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera (MAME), estuvo lleno de claroscuros. Bueno, más claros que oscuros. Son “claros” porque todo transcurrió como miel sobre hojuelas. El gobernante fue mediáticamente aplaudido, e incluso promovido para otros escalafones. Y son “oscuros” porque casi nadie destacó en los medios que Mancera Espinosa es a veces factor de división.
Pero en fin, era el día del jefe de Gobierno. Todo tendría que marchar bien y evitar que el estupendo evento se fuera a manchar con esos “oscuros” que podrían poner en serios riesgos una postulación para el 2018.
Observando a los asistentes dentro de la ALDF, era frecuente escuchar las carcajadas de algunos funcionarios del gabinete de MAME, asambleístas e invitados especiales, quienes se divertían con las “ocurrencias” de algunos diputados que subieron a la tribuna legislativa para vilipendiar a la actual administración, lisonjearlo, o como el legislador perredista, Mauricio Toledo, quien de plano se desgañitó asegurando que “aquí estamos viendo al próximo Presidente de la República”, en clara referencia al protagonista del informe de labores de este domingo.
Pero mientras esto ocurría dentro del recinto legislativo local capitalino, afuera estaba pintado de amarillo. Eran decenas de personas las que se agolpaban en las vallas que restringían el paso de vehículos en el cruce de las calles Donceles y Allende. La muchedumbre portaba gorras y playeras amarillas en una lógica alusión al partido del sol azteca.
Dicen que este mundo es de los vivos, y hay quien se quiere pasar de vivo. Delegaciones perredistas, entre ellas Gustavo A. Madero, aprovecharon la causa para apoyar con gritos, banderas, pancartas y matracas a Víctor Hugo Lobo; gente de Álvaro Obregón apoyando a Leonel Luna, y al propio Toledo por parte de Coyoacán. ¿Y qué buscan con eso? Es fácil, una candidatura para gobernar la CDMX. El reto es que esos personajes llenen los zapatos del que se está despidiendo con su Quinto Informe.
Y era el día del JEFE, sí, del jefe de Gobierno. Nadie podría intentar desestabilizar o meterle ruido a la “celebración”. Por cierto, uno de los detalles “oscuros” lo tuvimos que presenciar algunos de los presentes. Algo bastante desagradable cuando una señora tuvo la muy mala idea de meterse entre los manifestantes para encabezar su propia y solitaria protesta. Llevó una pancarta para pedirle a Mancera que terminara con las elevadas cifras de feminicidios registradas en la ciudad que gobierna. Más tardó en colocarse en un lugar adecuado en las vallas por donde pasaría el mandatario, cuando un grupo de hombres y mujeres de “apoyo” en las delegaciones mencionadas le quitó su pancarta que quedó prácticamente irreconocible; la señora recibió golpes y empujones y en cuestión de segundos no se le vio más. Nada podría arruinar la despedida de Mancera. El encargo se cumplió. Así funciona la libertad de expresión en la capital de la República Mexicana.
Hay que recordar que alrededor del mediodía, se llevaría a cabo muy cerca de ahí una marcha en apoyo a la joven Mara Castilla, quien desapareció y encontraron muerta horas después de haber abordado un taxi de aplicación digital conocida como Cabify. Minutos después, una publicación en Twitter por parte de una supuesta activista llamada @Lauentuiter dan cuenta de que un grupo de simpatizantes del Informe le gritaron a ella y a su grupo: “eso les pasa por putas”.
¿De veras, ése es el respeto entre ciudadanos? ¿De veras, esa es la libertad de expresión que tenemos? ¿Cómo justificar lo que es más importante, si un evento político o el grito desesperado de mujeres que exigen ser tomadas en cuenta? Así de cruel e inexplicable nuestra gran ciudad. Pero recordemos que aquí lo que importa ¡es el 2018!