Por. Bárbara Lejtik
Una confundida Bárbara de Regil pregunta cuál es la diferencia entre Halloween y Día de Muertos a un reportero que la toma desprevenida, aún siendo mexicana de nacimiento la influencer asegura que ella es más bien de celebrar a los vivos y no a los muertos, entonces que prefiere el Halloween.
Está bien, nada tiene de malo y cada quien sus cubas, simplemente creo que es importante que como mexicanos por lo menos conozcamos la diferencia entre las dos festividades y sobre todo sepamos de qué trata el Día de Muertos, festejo Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Al contrario que mi tocaya yo disfruto enormemente este día y hasta un poco de dieta hago para poder excederme en la degustación del pan muerto y chocolate caliente durante los dos días con sus noches que dura la celebración.
La fiesta mayor, la fiesta de Todos los Santos o el Día de Muertos es un festejo lleno de sincretismos en el que los mexicanos honramos a quienes se adelantaron en el camino y, según las tradiciones de cada estado, los esperamos para que por una noche vuelvan a este plano terrenal. La costumbre como muchos saben es poner una ofrenda en nuestras casas con las cosas y la comida que más le gustaba a nuestro difunto, además de una serie de elementos básicos para que el altar esté completo: el agua y la sal para limpiar la vibra; los granos y las semillas que representan abundancia; copal y la flor de cempasúchil para alumbrar su camino porque se dice que esta flor también existe en el inframundo y los ayudará a volver; también ponemos velas, imágenes de santos y calaveritas de dulce y si el difunto es un niños dulces y juguetes.
Con la influencia que tenemos de Estados Unidos y con el festejo del día de brujas que se celebra un día antes, combinamos nuestra fiesta con disfraces y eventos, lo que hace que toda la semana se vuelva un maratón de comida y algarabia en la que chicos y grandes damos rienda suelta a nuestra creatividad y entusiasmo.
Gente de todo el mundo viene a observar y participar de este evento, admirados por el folclore y la familiaridad con la que los mexicanos saludamos a la muerte y la volvemos una fiesta y un motivo de gozo.
Misticismo, tradiciones, colores, aromas, música, cuentos, bailes. Todo se mezcla en estos días en los que la vida y la muerte danzan como viejos y fraternales amigos. Nos maquillamos como catrinas y catrines, esa emblemática imagen que ideará Diego Rivera y perfeccionará dándole un sentido único José Guadalupe Posadas. Adornamos nuestras casas y negocios con papel picado multicolor y acudimos a representaciones artísticas alusivas a la tradición, una fiesta inclusiva en la que todos somos protagonistas, vivos y muertos, recuerdos, nostalgia, alegría y, sobre todo, la noche cómplice de todo aquello que no entendemos y sin embargo admiramos y honramos.
Que pena que habiendo tanta información y estando como nunca de conectados, haya gente que todavía ignore el significado de una tradición tan importante y representativa de nuestro México.
