Por. Bárbara Lejtik
Queridas amigas diputadas me distinguieron con una invitación a un evento por demás honroso, la sesión solemne en el H. Congreso de la Unión con motivo del 70 Aniversario del Voto de las Mujeres, no me lo tuvieron que decir dos veces. Profundamente emocionada me dirigí al evento, por cuestiones de practicidad me fui en transporte público, no menos de seis autobuses y dos viajes en Metro en hora pico para llegar a San Lázaro además de una hora y media esperando el acceso. ¿Cómo quejarse si el evento se trató de homenajear a aquellas mujeres que lucharon por décadas en nombre de todas las mujeres?
Se dice fácil, pero esta lucha fue durísima, hace siete décadas las mujeres teníamos que confiar y ceder nuestro derecho a votar a nuestros esposos, padres y hermanos, solo los hombres participaban en las decisiones políticas del país, ya que a nadie se le ocurría pensar que las mujeres teníamos también ese derecho y que no solo estábamos hechas para el cuidado del hogar. Esta es la historia de nuestras abuelas, algunas seguramente se sintieron frustradas por no ser reconocidas como individuos inteligentes y muchas otras tal vez no sabían qué hacer con esta responsabilidad y preferían no involucrarse.
Fueron las grandes sufragistas quienes alzaron la voz para exigir el derecho civil de las mujeres a votar, valientes ciudadanas como Hermila Galindo, Benita Galeana, Griselda Álvarez y Elvia Carrillo, entre otras destacables mujeres lucharon desde su trinchera y sin tregua para que todas las mujeres de México tuviéramos este derecho, que es igual para todas las regiones y clases sociales sin distinción.
Hace 70 años, el 17 de octubre de 1953 se aprobó la iniciativa para que las mujeres pudieran votar y ser votadas, dos años después las mujeres acudieron a las urnas a ejercer y hacer valer su derecho.
Hoy las mujeres mexicanas nos sabemos libres de externar nuestras preferencias políticas y de participar de muchas formas en el devenir político de nuestro país, mucho queda todavía por hacer en términos de justicia y equidad, pero una realidad es que hemos avanzado de tal forma que el siguiente año tendremos a la primera mujer presidente de México, no por concesión ni por inclusión sino por capacidad y talento. Hoy las mujeres conquistamos espacios y demostramos nuestra responsabilidad y compromiso ciudadano trabajando en pro de todas las mujeres sin excepción.
Por las que no pudieron, por las que aún están relegadas, por las mujeres indígenas, por las mujeres migrantes, por las mujeres con diversidad de preferencias y orientaciones sexuales, por las mujeres con discapacidad, nunca más un México sin nosotras.