Miguel Ángel Mancera Espinosa se despidió del recinto de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal con un objetivo: ser el candidato presidencial del Frente Ciudadano por México (FCM) y arrebatarle a Andrés Manuel López Obrador la franquicia de que sólo él tiene derecho a enarbolar la bandera del cambio y la transformación del país. Satisfecho, ante la bendición de perredistas y del líder del PAN local, el Jefe de Gobierno vio entre sus invitados a su último informe al dirigente nacional de MC, Dante Delgado que había dicho semanas atrás que su partido apoyaría a un ciudadano. El abrazo entre ambos lo dijo todo, también Movimiento Ciudadano estaba de su lado.
Durante sus cinco años de administración al frente del gobierno capitalino, Mancera se negó rotundamente a afiliarse al PRD. Sabía que ante el rechazo de la población a los partidos políticos era más vendible una imagen de ciudadano. No se equivocó. Las encuestas recientes dicen que los votantes se inclinarán por un apartidista que, apoyado por un frente político, sería el único capaz de hacer temblar al PRI y de paso al líder nacional de MORENA, López Obrador.
Con algunos logros bajo el brazo (Médico en tu Casa, el más fuerte), Mancera Espinosa avanza desafiante en busca de la candidatura del FCM. Sabe que el desgaste político de su adversario del PAN, acusado de corrupción y prácticas dictatoriales, Ricardo Anaya puede hacerle ganar las negociaciones que en los próximos días tendrá la líder nacional del PRD, Alejandra Barrales Magdaleno. De Margarita Zavala ni se ocupa ni se preocupa porque el control del blanquiazul lo tiene el joven Hitler, como definiera el presidente de la Cámara de Senadores, Ernesto Cordero a Anaya.
El V Informe de Gobierno, último diría y anunciaría el líder del PAN en la ALDF, Jorge Romero, no dejó dudas de que los acuerdos entre PRD, Acción Nacional y Movimiento Ciudadano caminan sobre rosas. No solo elogió al ciudadano Mancera, también reconoció en él su espíritu de sacrificio, dedicación, negociación y esfuerzo.
Retando a los diputados de MORENA que minutos antes habían tachado de ineficaz al gobernante capitalino, el legislador panista soltó ante la euforia del gabinete, delegados perredistas, panistas y diputados amarillos el “creo en ti. Sé que siempre buscaste darle a esta Ciudad el bien para sus habitantes”. Con un “vete tranquilo” el panista comprometió a sus compañeros a trabajar con quien Mancera designe para terminar el último año de gobierno. Ahí, entre los presentes, estaban los posibles sucesores: Luis Serna, Manuel Ganados, Armando Ahued y José Ramón Amieva.
También, entre los invitados estaba uno de los hombres fuertes del candidato: Héctor Serrano, quien desaparecía físicamente del gabinete mancerista para dedicarle tiempo completo a forjar, junto con Alejandra Barrales, la candidatura de Miguel Ángel Mancera por el Frente Ciudadano por México.
Incómodos ante tanto apapacho amarillo, azul y naranja al Jefe de Gobierno, los diputados radicales de Morena lidereados solo por designación, no por los hechos, por César Cravioto se mantuvieron en sus curules en tanto avanzaba el cortejo de despedida de Mancera por el histórico edificio que ocupa la Asamblea Legislativa. A partir de ese momento iniciaba, y lo sabían, la competencia para su dirigente y candidato único Andrés Manuel López Obrador por la Presidencia de la República. ¡Se veían preocupados!
Miguel Ángel Mancera había jugado bien sus cartas: mantenerse como gobernante ciudadano, alejar el sello de radical que golpea a la izquierda representada por el tabasqueño, crear programas exitosos reconocidos a nivel nacional e internacional y, sobre todo, generar al interior del PRD una corriente afín a sus aspiraciones, además de la buena relación con gobernadores y funcionarios del presidente Enrique Peña Nieto. A su lado, y luego detrás, siempre estuvo Miguel Ángel Osorio Chong, uno de los aspirantes presidenciales del PRI.
En política no existe la suerte, sino la habilidad, destreza e inteligencia para conseguir el poder que cambia a las personas pero, hasta el momento, no a México.
Elena Chávez. Estudió periodismo en la universidad Carlos Septién García. Ha escrito los libros “Ángeles Abandonados” y “Elisa, el diagnóstico final”. Reportera en diversos diarios como Excélsior, Ovaciones, UnomásUno; cubrió diferentes fuentes de información. Servidora Pública en el Gobierno del Distrito Federal y Diputada Constituyente externa por el PRD.