La cerveza es una de las bebidas más populares y apreciadas en todo el mundo, con una gran variedad de estilos y formas de producción. Tanto es su impacto que el primer viernes del mes de agosto se ha convertido en una fecha especial para celebrar el Día Internacional de la Cerveza.
Esta festividad tiene múltiples objetivos, pero principalmente busca reunir a amigos y amantes de esta bebida para disfrutar juntos de su sabor único y auténtico. Además, es una oportunidad para rendir homenaje a quienes se dedican a crear y servir cerveza, ya que su trabajo es fundamental para mantener viva esta tradición milenaria.
Los orígenes de la cerveza se remontan a tiempos ancestrales, atribuyéndose a los Sumerios el mérito de ser los primeros en producirla. Utilizaban esta bebida como parte de ofrendas a sus dioses y para llevar a cabo rituales en sus templos. Con el tiempo, la cerveza se fue esparciendo por diferentes culturas, adaptándose a cada lugar y dando lugar a una amplia gama de estilos y sabores que la hacen única en cada rincón del mundo.
Es curioso descubrir que las primeras cerveceras eran mujeres, quienes se encargaban de la preparación de alimentos en la antigüedad. A través de sus experimentos culinarios, dieron con la fórmula perfecta para crear esta maravillosa bebida. De hecho, el término “Brewster” se utilizaba en el siglo V para referirse a las mujeres que elaboraban cerveza de forma casera exclusivamente para el consumo de sus familias.
La cerveza también guarda una conexión histórica con el pan, ya que en sus inicios, el proceso de elaboración era similar, utilizando granos, levadura y agua. La diferencia radicaba en la proporción de agua, lo que determinaba si el resultado sería pan o cerveza. Por ello, en aquel entonces se llamaba “pan líquido” y se le atribuían propiedades beneficiosas para la salud. Actualmente, la ciencia ha confirmado que, consumida con moderación, la cerveza puede aportar ciertos beneficios a nuestro bienestar.
Dentro del mundo cervecero, destacan las cervezas alemanas, belgas y polacas, consideradas entre las mejores del planeta por su alta calidad, aroma y sabor distintivos. Aspectos como el cuerpo, color, sabor, espuma y temperatura son fundamentales al evaluar una cerveza y apreciar su carácter único.