Bajo el slogan de “Lo bueno cuenta y queremos que siga contando”, el presidente Enrique Peña Nieto llegó a su Quinto Informe de Gobierno sin lograr que la consciencia colectiva reconozca los logros que dice tener. ¡Qué importan los pobres! En su gran teatro llamado Palacio Nacional, la clase política escuchó el monólogo del mandatario quien, al cerrarse el telón, recibió por diez minutos una ovación que los asistentes le rindieron de pie, solicitándole: “otra, otra, otra”.
Agradecido ante tal muestra de reconocimiento, el primer actor de este país ofreció a la concurrencia lo mejor de su repertorio.
“Mi gobierno ha permitido que el mayor número de pobres y sus carencias sociales disminuyan considerablemente llevándolos a los mínimos históricos. Los datos que tenemos confirman que la política social avanza en la dirección correcta e incide positivamente en los hogares con mayores necesidades. En menos de una década, la pobreza puede erradicarse de la realidad social”.
No obstante, para la mayoría de los mexicanos la inseguridad, corrupción y desigualdad que permea en todo el país mata cualquier acción gubernamental positiva, incluyendo programas sociales, de salud y educativos.
Por si fuera poco, Peña Nieto enfrenta el descrédito que por corrupción e impunidad le han heredado los gobiernos emanados de su propio partido: el PRI. Sobresale el caso del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, que chantajea con huelgas de hambre y con revelar información secreta sobre los recursos públicos otorgados durante su mandato a candidatos y funcionarios de diferentes partidos políticos.
Otro fracaso en su penúltimo año de gobierno fue la relación con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que desde su primera visita a México lo exhibió como un mandatario miedoso y débil al asegurar, desde la residencia oficial de Los Pinos, que los mexicanos pagarían la construcción de su muro para evitar el ingreso de más indocumentados y traficantes de drogas. El desencuentro entre el gobierno de Enrique Peña Nieto y Trump está en su momento más álgido al estar en riesgo el acuerdo en torno al Tratado de Libre Comercio.
Arropado entre gobernadores, legisladores, empresarios y funcionarios que no conocen de pobreza, el jefe del Ejecutivo federal gritó a pulmón abierto: “no aceptaremos nada que vaya en contra de nuestra dignidad”, retando a Trump a respetar tres principios irrenunciables: soberanía, defensa y protección de connacionales.
En materia de combate a la delincuencia, los programas del gobierno peñista, aun con la captura de 107 líderes del crimen organizado, como el “Chapo” Guzmán, no han sido suficientes para frenarlos. Estados como Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz, Nayarit y, principalmente, Guerrero viven en el ojo del huracán por la constante pelea por apropiarse de las plazas más importantes de tráfico de drogas. En esta lucha aumenta el número de muertos que han puesto a nuestro país como uno de los más violentos a nivel mundial.
La desigualdad es otra asignatura pendiente en la que el presidente Peña no ha podido consolidar su slogan de “lo bueno también cuenta”. La pobreza extrema en la que viven millones de familias es dolorosa, vergonzosa e inhumana, y dista mucho de las cifras alegres que da el propio gobierno federal a través de la Secretaria de Desarrollo Social y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL ) han dado.
Ahora toca a la bancada oficial en la Cámara de Diputados defender con todo el V Informe: para eso, ya los líderes priístas tendrán –como siempre– el apoyo de los partidos satélites como el Verde, Panal y PES… ¡Falta que los ciudadanos lo crean!
Columna de Elena Chávez. Estudió periodismo en la escuela “Carlos Septién García”. Ha escrito los libros “Ángeles Abandonados” y “Elisa, el diagnóstico final”. Reportera en diversos diarios como Excélsior, Ovaciones, UnomásUno; cubrió diferentes fuentes de información. Servidora Pública en el Gobierno del Distrito Federal y Diputada Constituyente externa por el PRD.
