En el marco del Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, que se conmemora el 1 de diciembre, Leonor Huerta, especialista del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM, precisó que después de cuatro décadas de haberse detectado los primeros casos, esta infección aún no tiene cura: “no hay vuelta atrás, lo que sí es posible, si se detecta a tiempo, es una evolución lo más favorable posible con la ayuda de los medicamentos, los cuales pueden controlar la infección”.
Sin embargo, destacó que las terapias antivirales han reducido en un 50 por ciento las muertes por esta infección, gracias a la amplia variedad de fármacos para su tratamiento. El virus es manejable y controlable siempre y cuando la adherencia al tratamiento sea estricta.
En el mundo, aproximadamente, 38 millones de personas viven con la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), la cual, de no ser tratada apropiadamente, causa el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
De acuerdo con datos del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el SIDA (CENSIDA), en México han padecido esta enfermedad cerca de 342 mil personas.
La científica del laboratorio de Inmunología y Virología de la máxima casa de estudios señaló que desde 1983 -cuando se tuvo la primera notificación de casos en nuestro país- ha fallecido 37 por ciento de las personas afectadas.
Cada año, en nuestra nación se registran, en promedio, ocho mil nuevos casos de infección por el VIH. Puesto que se trata de una enfermedad controlable, pero no erradicable del organismo, los individuos afectados requerirán terapia antiviral y vigilancia médica durante el resto de su vida. Es importante asegurar que el individuo reciba dicha atención desde el momento del diagnóstico a fin de evitar la evolución desfavorable de la infección, con los costos subsecuentes en términos de la calidad de vida de los pacientes y de demanda de cuidados en los sistemas de salud, puntualiza.
En la actualidad, del total de pacientes en el mundo con VIH, 20 por ciento son mujeres. Su transmisión y evolución clínica no distinguen sexo, sino que obedecen a prácticas de riesgo y al momento en que se inicia la atención médica.
En ese contexto, la especialista recomendó realizar campañas de sensibilización sobre el riesgo de contraer la infección y hacer conciencia de que ésta es prácticamente asintomática durante años. Por tanto, es importante practicarse una prueba diagnóstica si se tiene cualquier sospecha de haberse infectado. Insistió en que, en caso de un resultado positivo, es necesario solicitar atención médica aunque no se perciban síntomas o bien estos sean leves. El inicio temprano del tratamiento es esencial para aumentar la posibilidad de una evolución favorable del paciente.
De acuerdo con el CENSIDA el peligro de adquirirla es 35 veces mayor entre quienes se inyectan sustancias psicoactivas; 30 veces más en trabajadora(e)s sexuales; 28 en hombres homosexuales; y 14 veces superior para las mujeres transgénero.
Leonor Huerta resaltó que debido a la disponibilidad de tratamientos antirretrovirales, es muy factible que la calidad de vida de las personas infectadas sea similar a la de un individuo sano. Para lograr este propósito es importante que la salud del paciente sea monitoreada regularmente, incluyendo el seguimiento de la carga viral y de la cantidad de linfocitos T CD4 en la sangre. Asimismo, el médico puede recomendar la adopción de un estilo de vida saludable para prevenir la aparición de otras enfermedades crónicas que son frecuentes en la población infectada, como diabetes y padecimientos cardiovasculares.