Por. Saraí Aguilar
Primero fueron las revelaciones de Guacamaya Leaks por las que se supo que la Secretaría de la Defensa Nacional tiene identificadas como amenazas a la seguridad nacional a grupos terroristas como Al-Qaeda, cárteles del narcotráfico como el de Jalisco Nueva Generación y… organizaciones feministas.
Pero mientras aun estábamos con esa indignación, en el ayuntamiento panista de Puebla capital admitieron tener a tres personas infiltradas dentro de las organizaciones de mujeres desde el pasado 8 de marzo, según reveló Jorge Arturo Cruz Lepe, secretario de Gobernación municipal.
Sí, aunque usted no lo crea, el funcionario abiertamente admitió tener espionaje contra las colectivas para informar al alcalde Eduardo Rivera, si bien éste intentó deslindarse.
En una comparecencia ante el cabildo, Cruz Lepe presumió como un triunfo de que personas a su cargo hayan podido ingresar a las colectivas.
“Tenemos dos o tres personas nuestras mujeres dentro de los colectivos desde el ocho de marzo; están bien, tienen el tacto y el pulso y han podido entrar en las colectivas en donde te lo permiten. En los colectivos más renuentes a recibir gente, y que tienen un mayor grado de radicalidad, no han permitido ni siquiera el ingreso”, declaró.
Hoy en día, se mantiene en su cargo el secretario de gobernación municipal. Tras desatarse la indignación de grupos feministas, el gobierno municipal de Puebla consideró en un comunicado que las de Cruz Lepe fueron “imprecisiones” y “declaraciones incorrectas”, rechazó que hubiera personas infiltradas en movimientos sociales, pese a la elocuencia con la que habló el funcionario, y anunció que éste sería sensibilizado en “perspectiva de género”. Aun con la polémica, el alcalde descartó que fuera a destituirlo.
El gobernador morenista de la entidad, Miguel Barbosa, no perdió oportunidad para señalar el tema con evidente finalidad política por tratarse de un ayuntamiento gobernado por un partido distinto al suyo. Pero en cuanto a la violencia que aqueja a las mujeres, ha mostrado bastante indiferencia. Basta con recordar su respuesta ante las denuncias por ataque con ácido contra mujeres, al considerar que son “lesiones básicamente”. Además ha dicho que los ataques con ácido no solamente son contra mujeres, sino también contra hombres. “Yo veo que es un ataque del que pueden ser objeto hombres y mujeres, por favor, no solamente piensen ustedes en que pueden ser atacadas las mujeres, también los hombres, y ahí está la legislación suficiente para poder sancionar este tipo de cosas, son lesiones básicamente”.
El encono hacia los grupos feministas no distingue colores. A la hora de hacer campañas, todos los partidos presumen la bandera feminista. Pero en el momento de gobernar, las cosas cambian.
La prioridad no es la seguridad de las mujeres gobernadas, ni su integridad, sino que la imagen de la gestión no se vea empañada. Los reclamos de las feministas oficialistas opositoras pocas veces se escuchan cuando el maltrato proviene de algún gobierno de su partido.
El feminismo no es el enemigo. El enemigo es la violencia que acecha a las mujeres.
Habrá que enmendarle la plana al gobernador Barbosa, pues si bien la violencia la sufren todos, sin distinción de sexo, sí existe la vulnerabilidad por cuestiones de género. Habrá que decirle también al alcalde de Puebla y a su secretario de gobierno que urge actuar e investigar, pero a los agresores, no a las mujeres que exigen derechos. Y a la Sedena decirle que la prioridad es localizar a las miles de desaparecidas, no a quienes exigen su retorno.
