Por. Adriana Luna
Salman Rushdie tiene una personalidad fuerte, pero su inteligencia es intimidante. En sus libros utiliza palabras contundentes, ideas tejidas a la perfección, los temas polémicos y retadores. Sin temor alguno utilizó en sus Versos Satánicos, los nombres de esposas del profeta Mahoma, personificando a prostitutas. Esa obra considerada blasfema para el mundo musulmán, ha generado odio inagotable hacia el escritor durante más de 30 años. De hecho, hoy intenta recuperarse del ataque en su contra que sufrió durante una conferencia en Nueva York.
La personalidad y nivel intelectual del Caballero del Imperio Británico (2007), sí intimidan. Cuando en 2015 Rushdie fue la estrella esperada del Reino Unido -país invitado de honor en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara-, no podía creer la invitación que me hacía Virginia Bautista para que la acompañara a entrevistarlo. No sé si ambas nos hicimos fuertes para lograr la hazaña para el periódico Excélsior. Literalmente, lo montoneamos, lo atiborramos de preguntas durante los minutos que nos correspondían, hablamos de la intolerancia, del fanatismo religioso, del realismo mágico, de los riesgos de ser diferente.
Estábamos intrigadas y queríamos saber cómo había sobrevivido a la clandestinidad obligada para poder salvar su vida por sus ideas vertidas en la polémica obra y que su cabeza tuviera precio. Él pacientemente contestó cada una de nuestras preguntas sobre cómo había cambiado su vida, pero al mismo tiempo dejó claro que como escritor tenía que defender su obra sin importar la conmoción causada en el mundo, que debía ser valiente y asumir lo que se había causado, porque su libro había cobrado vida propia. Recuerdo que también le preguntamos sobre nuestro gran escritor de realismo mágico en México, Juan Rulfo, sobre quien confesó su admiración.
Rushdie abogó por el rescate de la fantasía, del realismo mágico, de la imaginación, que son herramientas que el escritor tiene para innovar y para mostrar también las tragedias que ocasiona la violencia. En la búsqueda de la innovación hay que girar hacia el irrealismo como una nueva forma de abordar la vida, porque hay que escribir de “lo que no conoces… inventar, liberar la ficcionalidad de la ficción, la imaginatividad de la imaginación…”. Pensamientos que eran muy diferentes a lo que se escribía en la literatura mexicana, toda vez que muchos libros siguen hablando del narcotráfico y su poderío.
Aquella era la segunda ocasión en que Rusdhie visitaba Guadalajara, ya lo había hecho cuando la FIL apenas se abría paso en el mundo de la literatura y el escritor presentaba su libro ‘El último suspiro del moro’. Los Versos Satánicos, tan polémicos como populares, parecían marcados por la tragedia; los traductores de la obra al japonés e italiano fueron atacados por fanáticos religiosos para dejar inconcluso su trabajo y evitar que más personas leyeran el libro.
Cabe mencionar que la veintena de libros escritos por Rushdie, ha sido traducida a unos cuarenta idiomas. El escritor reconoce que esta es la obra que ha opacado otras de sus novelas. Pero Salman siempre recuerda cuánto la India y Gran Bretaña enriquecieron su visión de vida, como las historias fantásticas de animales sagrados.
Hace unas semanas (finales de julio), habló con periodistas mexicanos en el marco de Guadalajara Capital Mundial del Libro sobre La novela y los idiomas de la verdad, incluso alertó que los escritores viven ataques a la libertad de expresión hasta en países que se dicen democráticos, pero en realidad tienen tintes autoritarios. Dijo claramente que un escritor debe ser valiente y crear asumiéndose libre, y escribir “lo que nos venga en gana”. Aunque reconoció que la libertad de expresión está bajo ataque y que en lugar de mejorar, está empeorando la situación para transmitir ideas. Se vuelve más complicado hacerlo, así que debe ser una decisión del mismo autor: escribir en libertad.
Según los últimos reportes médicos, este ataque sufrido en Estados Unidos, el país de las libertades, será una de las muchas historias que el polémico escritor podrá contar. Y seguramente, el precio por su cabeza se incrementará entre los fanáticos religiosos, puesto que Salman Rushdie ha comenzado a platicar y hasta bromea, lo que ya significa una franca recuperación en su salud y estado de ánimo.
