#Storytelling
El recuerdo de Emma Goldman del Primero de Mayo de 1886
La mujer más peligrosa de América.
“El corazón me latía furiosamente, las rodillas me temblaban, todo lo que había en la sala se volvía nebuloso. Luego, era consciente de mi voz, lejana, muy lejana y, finalmente, volvía a mi asiento bañada en sudor frío”.
Por: Raúl Jiménez Lescas
- Emma llegó a Nueva York en un domingo nublado. Llegó en tren. Y nadie fue por ella a la estación del ferrocarril. Venía de Rochester. Eso no importa. Tenía 20 años y toda la juventud en la sangre.
Así lo recordó en sus Memorias: “Era el 15 de agosto de 1889, el día de mi llegada a la ciudad de Nueva York. Tenía veinte años. Todo lo que me había sucedido hasta entonces quedaba ahora atrás, desechado como un vestido viejo. Tenía delante de mí un nuevo mundo, extraño y aterrador. Pero tenía juventud, buena salud y un ideal apasionado. Lo que quiera que lo nuevo me tenía reservado, estaba decidida a afrontarlo resueltamente”.
¡Qué bien me acuerdo de aquel día! Era domingo. El tren de West Shore, el más barato, el único que podía permitirme, me había traído de Rochester, Nueva York, y había llegado a Weehawken a las ocho en punto de la mañana, desde aquí cogí el transbordador hasta la ciudad de Nueva York. Yo no tenía allí ningún amigo, pero llevaba conmigo tres direcciones: una de una tía mía; otra de un estudiante de medicina que había conocido el año anterior en New Haven, mientras trabajaba en la fábrica de corsés; y la otra de Freiheit, un periódico anarquista alemán publicado por Johann Most”.
¿Qué más? Es suficiente.
El 1o de mayo de 1886 conmovió a todo el mundo.
Emma ya era activista, no sé si anarquista o marxista o todo lo contrario, pero ya estaba en rebelión contra el zarismo ruso, los “progromos” contra los judíos y contra todo lo que oliera a explotación y dominación, además ya tenía en su mente el “amor libre” para las mujeres. ¿Podría ser de otra forma? El amor es libre o no es amor.
Me interesa su recuerdo de ese 1o de mayo y los sucesos de la Plaza del Heno (Haymarket) donde se atrapó a los líderes sindicales y, luego, se les juzgó, para ahorcarlos en 1887, donde ya Emma estuvo muy activa en la defensa de los inculpados y futuros “Mártires de Chicago”.
Así viene el flashazo en su memoria:
“Se estaba aproximando el 11 de noviembre, el aniversario del martirio de Chicago. Sasha y yo estábamos ocupados con los preparativos de este gran acontecimiento, tan significativo para nosotros. Habíamos reservado el salón de la Cooper Union para la conmemoración. El mitin iba a ser celebrado conjuntamente por anarquistas y socialistas, con la colaboración de organizaciones obreras progresistas.”.
Ella era una militante y no cobraba por su militancia. Eran las activistas de antes. Veamos:
“Todas las noches, durante varias semanas, visitamos algunos sindicatos para invitarlos a participar. Esto incluía pequeñas charlas informales que daba yo. Estaba nerviosa. En ocasiones anteriores, en conferencias alemanas y judías, había reunido el suficiente valor para hacer preguntas, pero siempre experimentaba una sensación como de debilidad. Mientras escuchaba a los oradores, las cuestiones se formulan fácilmente en mi cabeza, pero en el momento en que me ponía en pie, me sentía mareada. Agarraba la silla que tenía delante con desesperación, el corazón me latía furiosamente, las rodillas me temblaban, todo lo que había en la sala se volvía nebuloso. Luego, era consciente de mi voz, lejana, muy lejana y, finalmente, volvía a mi asiento bañada en sudor frío”.
Emma tenía una pequeña “célula” política en NY. Eran 5, quizá otros más. Así lo describe la gran Emma: “Nuestro pequeño grupo, compuesto por Anna, Helen, Fedia, Sasha y yo, decidimos hacer una contribución: una gran corona de laurel con una cinta de satén roja y negra. En un principio habíamos pensado comprar ocho coronas; pero éramos demasiado pobres, porque solo trabajamos Sasha y yo. Por último, nos decidimos a favor de Lingg, a nuestros ojos, sobresalía como el héroe sublime de los ocho [Mártires de Chicago]. Su espíritu firme, su completo desprecio hacia los acusadores y los jueces; su voluntad, la cual le robó a sus enemigos su presa, dándose muerte, todo lo referente a ese muchacho de veintidós años, le prestaba poesía y belleza a su personalidad. Se convirtió en el faro de nuestras vidas”.
Lingg fue el más jóven de los “Mártires de Chicago”. Era muy jóven de 22 años y ya procesado por lucha por la jornada de 8 horas para las trabajadores y trabajadores del planeta.
¿Alguien se acuerda de él?