sábado 23 noviembre, 2024
Mujer es Más –
MARISSA RIVERA

«CUARTO PISO»: Felicidad Vs fama, poder y dinero

Hace unos días, el doctor Juan Ramón de la Fuente, en una de sus participaciones con Joaquín López Dóriga en radio, tocó un tema que viene a cuento por la felicidad de unos y la abundancia que quieren otros.

Desde hace 80 años, en Harvard se ha realizado un estudio que podría ser la clave de la felicidad. Estado de ánimo vital para muchos de nosotros en estos tiempos. Seres humanos felices, con buena salud, calidad de vida y longevos. En lugar de buscar a como dé lugar la manera de ser ricos y poderosos. Ahí están varios gobernadores y políticos, que así lo decretaron y el daño que le han hecho al país.

Ya son 8 décadas y el estudio de la condición humana continúa.

Como parte de la investigación que encabeza Roger Waldinger, ya el cuarto director del estudio, entrevistaron a jóvenes “millennials”.

Se les preguntó ¿cuál era su meta en la vida? Las respuestas preocupan: más del 80% quiere hacerse millonario y un 50% de ellos, famosos. 

Los resultados contrastan con otra parte del estudio que comenzó en 1938 con 724 jóvenes de Boston, Estados Unidos. Un grupo era de estudiantes de Harvard y otro, adolescentes de los barrios más pobres de esa ciudad. Jamás se les perdió de vista, desde la adolescencia hasta la vejez. Cada dos años fueron entrevistados sobre su vida, familia, trabajo y salud para saber qué los hacía felices.  

Después de 80 años de estudio, el resultado, en síntesis, arrojó que: Las buenas relaciones hacen seres humanos más felices y saludables. No es el poder, ni el dinero ni la fama, lo que determina la calidad de vida. Realidad que no perciben los llamados “millennials”.  

En tiempos aciagos, es bueno saber la importancia de mantener relaciones cordiales con la familia, amigos, vecinos y compañeros de trabajo.

El estudio reveló que los hombres (que formaron parte del estudio) que tuvieron buena relación con su familia, amigos y vecinos, llegaron entre los 70 y 90 años, más satisfechos, felices y sanos que quienes tuvieron una vida menos afectiva y con pocas relaciones, fueran o no ricos, poderosos o exitosos.

La soledad y el aislamiento son tóxicos, matan, señala la investigación.   

Las personas que se aíslan son más susceptibles a enfermarse y sus funciones cerebrales decaen precipitadamente.

En un estudio intermedio, con la información recabada, a la edad de 50 años, se buscaron las causas determinantes de cómo envejecería cada uno de los hombres. No fue la diabetes, el colesterol ni los triglicéridos. Fue el grado de satisfacción que tenían en sus relaciones, el indicador de su vejez.

Los más satisfechos en sus vínculos afectivos, cuando tenían 50 años, fueron los más saludables y felices a los 80 años.  

Como los “millennials”, varios de los jóvenes entrevistados en 1938 creían que la fama, la riqueza y los éxitos era lo que necesitaban para tener una buena vida y ser felices. Pero con el tiempo y luego de casi 8 décadas de estudio, no les fue tan bien como a las personas que se inclinaron por las relaciones afectivas.

En México tenemos muchos casos de ricos y poderosos efímeros, auspiciados por la corrupción. También hay los casos de gente que ha trabajado toda la vida y de ahí su riqueza (los menos). Otros a los que los seduce la vida fácil y que casi siempre terminan mal.

A pesar de ello, parecería que los mexicanos sí somos felices. Con una medición totalmente diferente a la del estudio, el ranking mundial de felicidad nos coloca en el lugar 25 de 155 países.

Parece broma, pero así es. Las variables para medir nuestra felicidad fueron ayudas sociales, esperanza de vida de los habitantes, la libertad, el Producto Interno Bruto, la generosidad de los individuos y la falta de corrupción.

El estudio de Harvard tiene más sustento y mayor razón. La felicidad es una forma de vida, no un estado de ánimo. Lo reproduces en tus relaciones diarias, en la calle, en la escuela, en casa, en el trabajo.

A veces quisiera uno ser feliz sin indignarse de las cosas que ocurren en nuestro país. Sé que es complicado, pero hay que intentarlo. 

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