jueves 21 noviembre, 2024
Mujer es Más –
COLUMNA INVITADA

«EL RING DE LOS DEBATES»: ¿Por qué nos están matando?

¿Qué nos está pasando, o nos odian mucho, o no nos toleran, amenazamos la seguridad de alguien, somos insoportablemente bellas, inteligentes, atractivas, o simplemente nos quieren muertas? ¿Por qué nos están matando?

Los niveles de violencia contra las mujeres en México son alarmantes. Diariamente, los medios reportamos casos de intimidación psicológica, golpes, violaciones, desapariciones y muertes.

Una de las formas para combatir este fenómeno es no permitir que, como sociedad, lo veamos como algo “normal”. Tampoco podemos darnos el lujo de que estos hechos se conviertan en una estadística. Hay que dar nombre y apellido, rostro e historia a cada uno de ellos para exorcizar la violencia.

MIREYA

La disputa por la custodia de sus tres hijos concluyó en forma trágica luego de casi siete años. El pasado 7 de junio, Mireya Agraz le quitó la vida a sus dos niñas y a su niño, para luego suicidarse junto con sus padres en un domicilio de San Jerónimo Lídice, al sur de la Ciudad de México. En una carta póstuma denunció los abusos cometidos por Leopoldo Olvera, su ex pareja.

Dos estudios psicológicos realizados entre 2011 y 2013 al hijo mayor de la pareja, revelaron signos de abuso sexual cometido contra el niño desde que tenía tres años, por Leopoldo, su propio padre.

Previamente, Mireya había denunciado los hechos revelados por el menor ante el Ministerio Público y presentó una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF).

Pese a las evidencias, otro dictamen psicológico rechazó que el menor hubiera sido objeto de abusos y, por increíble que parezca, le dio la patria potestad a Leopoldo Olvera. Por eso Mireya tomó la decisión del suicidio colectivo. Prefirió eso a condenar a sus hijos al infierno. Contra el sujeto no hay procedimiento judicial alguno. Ganó la impunidad.

LESVY

Su cadáver fue encontrado en las inmediaciones del Instituto de Física de Ciudad Universitaria el pasado 3 de mayo. De acuerdo con la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ-CDMX), Lesvy Berlín Rivera Osorio se suicidó.

Se quitó la vida asfixiándose con el cable de un teléfono de una caseta pública. Lo hizo frente a su novio, con quien había peleado minutos antes. El joven no hizo nada para evitarlo, por lo que fue arrestado acusado de homicidio simple culposo.

Después de su muerte, la Dirección de Comunicación Social de la PGJ-CDMX la había ajusticiado nuevamente. Mediante unos tuits en su cuenta oficial, a las pocas horas de que los hechos se hicieron públicos, aseguró que Lesvy estaba alcoholizada, que había dejado los estudios años antes y que era una alumna de bajas calificaciones.

La vocera de la dependencia, Elena Cárdenas, tuvo que renunciar por revictimizar a la joven. Y aunque el novio ya está en la cárcel, la familia no cree la versión de la autoridad. Sinceramente, yo tampoco. La víctima se colocó alrededor de su cuello el cable de la bocina de la caseta telefónica y se deslizó dejándose caer “de tal modo que la gravedad y su peso, provocaron la asfixia y como consecuencia la pérdida de su vida”.

Inverosímil, por decir lo menos. La altura de la joven y de la caseta no dan para permitir que se colgara. También aquí gana la impunidad.

VALERIA

En una entrega previa hablamos del caso de Valeria, la adolescente que fue violada en una unidad del transporte público en Nezahuacóyotl, Estado de México. El chofer del vehículo, José Octavio Sánchez Razo, fue detenido con singular prontitud.

Pero a los pocos días, fue hallado muerto en la celda que ocupaba en el penal de Neza-Bordo. Se colgó con una viola, una cuerda que utilizan para la fabricación de artesanías. Sus compañeros de celda no vieron, escucharon, ni hicieron nada para evitarlo. Una muerte extrañamente conveniente para cerrar el caso. La impunidad otra vez.

La violencia contras las mujeres es endémica. En México, el 47% de las mujeres de 15 años o más ha sufrido por lo menos un incidente violento por parte de su pareja o por sus compañeros y maestros en las escuelas. Este fenómeno desestabiliza a las familias, nos fractura como sociedad e inhibe nuestro desarrollo. Por ello, debemos exorcizarla para que no haya más Mireyas, Lesvys o Valerias.

Hannia Novell. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, realizó estudios en Periodismo, Literatura y Seguridad Nacional en diversas instituciones como la Universidad Iberoamericana, el Centro de Comunicación, Radio Educación y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Especialidad en corresponsalía de guerra en La Universidad de Jerusalem (Israel) y una especialidad en comunicación política en George Washington University. Titular del noticiario estelar de Proyecto 40 en su edición nocturna.  

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