Por. Fernando Coca
El día de Benito Juárez se inauguró el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
Causalidad, los dos personajes de la historia de este país le dan nombre a los aeropuertos que servirán a los habitantes del Valle de México.
Ese día, como pocos, vi feliz, muy feliz al presidente Andrés Manuel López Obrador. Cumplía su palabra de entregar en tiempo récord el aeropuerto que sustituiría la obra que inició y que no concluyó, como acostumbró siempre, Enrique Peña Nieto en Texcoco.
El AIFA es un triunfo del presidente y el movimiento lopezobradorista ante una oposición que no encuentra pista en el aeropuerto de la política nacional. Tan mal andan sus pilotos que un puesto de tlayudas los llevó a una zona de turbulencia que les hizo perder el control.
Pero también el AIFA se convierte en un obstáculo, y a la vez una oportunidad, para las intenciones prioritarias del lopezobradorismo que son la promoción para la Revocación de Mandato.
Obstáculo porque el INE, garante de la ley en los procesos electorales, ya le ordenó a la presidencia que baje de redes sociales, la mañanera del 21 de marzo por considerar que se hace propaganda, lo que no está permitido. Y al mismo tiempo le da armas a los detractores del INE para gritar que los consejeros electorales les quieren imponer una mordaza para evitar que la Revocación de Mandato sea el éxito que ellos quieren.
El debate sobre el AIFA llegó a niveles insospechados. De los lados se difundieron “argumentos” primitivos, banales, groseros, carentes de imaginación hasta para el insulto.
La oposición no digiere la derrota del 18, pero tampoco ha aprovechado su victoria en el 21. Creo que no se han dado cuenta que el golpe de las elecciones intermedias en la Ciudad de México, pero principalmente en el Estado de México, le daba una oportunidad de posicionar personajes a los que pudieran impulsar para el 2023 y 2024.
El oficialismo no ha entendido que las derrotas en la política no son para siempre y que su permanente discurso de confrontación se le puede revertir.
El presidente cumplió. Recuperó su narrativa de que se pueden hacer grandes obras sin corrupción. Aunque hay voces que nos dicen que tiene hoyos negros que indican que no todo fue transparente.
Sin embargo, ya hay en la opinión pública un nuevo reto para el presidente y el movimiento: la aparición de voces que señalan que en la construcción del Tren Maya se atenta contra el medio ambiente y el futuro de la región.
No bastará con llamar conservadores y fifís a esas voces. Quienes se han manifestado en contra de la construcción del Tren Maya, tienen eco en la clase media que, como ya lo demostró en el Estado de México y la capital del país, puede votar por un programa distinto al del Proyecto Alternativo de Nación del presidente López Obrador.