sábado 23 noviembre, 2024
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COLUMNAS GILDA MELGAR

«DOLCE ÁLTER EGO» Por culpa de Putin (conchas al alza)

Por. Gilda Melgar

Si al inicio de la invasión de Rusia a Ucrania creímos que este conflicto era sólo un fenómeno “regional”, que no tenía nada que ver con los que habitamos de este lado del mundo o que sus consecuencias sociales y económicas no llegarían hasta nosotros, estábamos muy equivocados.

En este mundo globalizado nada es aislado. Lo que sucede en China ya no se queda en China, y para muestra un botón: el Covid-19 con el que, después de dos años, seguimos batallando países ricos y pobres.

Del mismo modo, a casi un mes de la intervención rusa en Ucrania, los efectos económicos ya se hacen sentir en la economía cotidiana y, estemos informados o no, la desestabilización en la cadena de suministros alimentarios hace mella en nuestro bolsillo.

Pero vamos por partes.

La semana pasada, QU Dongyu, director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), informó acerca de las consecuencias de la guerra en la seguridad alimentaria.

Lo primero a saber es que tanto Rusia como Ucrania “desempeñan un papel importante en la producción y el suministro de alimentos a nivel mundial”. Y es que Rusia ocupa el primer lugar como exportador de cereales y fertilizantes, mientras que Ucrania está en el quinto puesto. Entre los dos proporcionan 19% del suministro de cebada, 14% de trigo y 4% de maíz.

Ahora bien, el trigo es un producto básico para 35% de la población global, y debido a las sanciones económicas impuestas por occidente a Rusia, cerca de 50 países (la mayoría de ellos con bajos ingresos y déficit alimentario) serán afectados en el suministro de trigo. Además, los agricultores ucranianos no podrán cosechar o vender toda su producción debido al desplazamiento masivo ocasionado por la invasión rusa. Por otro lado, varios de los países ricos de Europa y Asia central padecerán la falta de fertilizantes rusos necesarios para su producción agrícola.

A estas alturas del conflicto, el precio de varias materias primas, como el petróleo, los fertilizantes, la soya, el trigo y el maíz, se ha incrementado exponencialmente, y aunque de momento impacte mayormente a los productores, en algún momento el aumento se verá reflejado en el precio final al consumidor.

Por ejemplo, de fines de enero a principios de marzo, el aumento en el precio del bushel* de trigo fue de más de 22%, algo que no se veía desde la crisis de 2008. En el caso de México, y de acuerdo con un ex dirigente de la Cámara Nacional de la Industria Panificadora y Similares (Canaipa), el precio del bulto (44 kilos) pasó del precio promedio de 540 a 670 pesos.

Pero el trigo y el maíz no sólo son necesarios para el pan y la repostería, además se usan en la alimentación de animales y, por ende, la inflación en los cereales también afectará el mercado de la carne, los huevos, la leche y la mantequilla. Y no hay que olvidar que la cebada se utiliza para la producción de cerveza, otro producto –no básico, pero de alto consumo– que se encarecerá.

Por otro lado, Ucrania es el mayor exportador de materia prima para el aceite de girasol, por lo que en Europa se prevé desabasto y la consecuente alza de precio. De hecho, los españoles han hecho ya compras de pánico, por lo que los supermercados se han visto orillados a racionar el número de botellas por cliente. México también compra aceite de girasol y de cártamo a los ucranianos.

Hasta aquí enlistamos los insumos que afectarán el precio de la producción y venta del pan, pero aún tenemos que contemplar el alza en los combustibles, lo cual implicaría aumento en los precios del gas, gasolina, electricidad, etcétera. Todos necesarios para la producción, confección y transportación de nuestros bolillos, teleras, conchas, cuernos, bísquets, panqués y rebanadas.

De acuerdo con la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), hasta ahora, el pan francés ha sufrido un incremento de 2 pesos mientras que el dulce ha aumentado unos 3 pesos por pieza.

Y, claro, las tortillas de harina o las pastas tampoco escapan al alza.

En cuanto a nuestras tortillas, en algunos casos, el kilo ha llegado a venderse en 22 pesos.

En esta cadena global de producción y suministro, la embestida de Rusia contra Ucrania, lejos de ser un conflicto ajeno a nuestras vidas, será la causa de que muy pronto merendar conchas con chocolate o sincronizadas con queso sea asunto de ricos.

Todo por culpa de Putin.


*Unidad de medida de capacidad para mercancía sólida en los países anglosajones. Se utiliza en el comercio de granos, harinas y otros productos análogos.

 

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