Por. Saraí Aguilar
La cantante Sasha Sokol denunció en redes sociales al productor Luis de Llano por abuso y manipulación. La también actriz rompió el silencio en sus redes sociales después de escuchar en una entrevista cómo el que era su representante declaró haberse “enamorado” de ella cuando él tenía 39 años y ella 14.
Y tras la denuncia, la bomba explotó. Explotó de indignación, insultos y reclamos… hacia la víctima. Porque la víctima siempre estará en el ojo del huracán.
Sí, contra la víctima, que en su momento era una menor de edad, una adolescente que recién había dejado su niñez atrás. ¿La razón de los ataques? No haber denunciado en su momento y haber aceptado una relación con un adulto.
La furia desatada en redes sociales también se dirigió contra la mamá de Sasha por no haber evitado el abuso hacia su hija. Las mujeres siempre terminamos siendo las culpables de las violencias que nos infligen.
Si bien ha sido un tema ampliamente discutido en este espacio y desde muchas trincheras, es notable que el énfasis de la crítica se siga enfocando más en las formas y tiempos que deben seguir las víctimas para denunciar, que en el delito mismo perpetrado. Es de miedo.
De hecho, al margen de la clasificación legal y tratamiento que los expertos den al caso particular de Sasha, hay que recordarles a aquellos que consideran que las denuncias caducan o están fuera de lugar que, desde abril de 2021, la reforma al Código Penal Federal establece que no prescriben la pederastia, violación y acoso sexual, así como la distribución de pornografía infantil, corrupción de niños y adolescentes, lenocinio, y otros delitos.
Y aunque los agresores se pudieran amparar en el tema de lo que se considere legalmente como edad del consentimiento –pues seguido se fustiga a las víctimas adolescentes con el punto de que ellas aceptaron la relación–, debemos recordar que sostener relaciones con una persona menor de edad implica delito.
Asimismo, no debemos perder de foco que entre menor sea la víctima y mayor la diferencia de edades, es más probable que sea forzada la iniciación sexual de las niñas y las mujeres si se produce a edades más tempranas.
De hecho, Sokol declaró que la relación fue iniciada mediante engaños, y que le costó gran trabajo terminar con ella.
Al margen del desenlace de este caso, es urgente poner en el foco el tema del abuso sexual a menores y la manipulación que sufren de parte de adultos para iniciar relaciones de poder, en las que son dominados.
Y mientras, las redes se llenan de frases tales como “si bien que quiso”, “a esa edad ya saben lo que hacen”, “si son tremendas las mujeres desde chiquitas”, “son ellas las que los buscan” y otras cuyo fin es estigmatizar y validar la violencia.
¿Hasta cuándo validaremos el abuso con frases llenas de encono y estigma hacia las mujeres? ¿Cuándo entenderemos que el problema es el violador y no la violentada?