Texto y fotografía: Berenice Sevilla
Hermandad, alegría y coraje se respiraron en el centro de la Ciudad de México el pasado 8 de marzo, cuando miles de mujeres tomaron las calles para gritar “¡Ni una asesinada más!”.
No es para menos, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), de enero a noviembre de 2021 en México fueron asesinadas 3 mil 462 mujeres, un promedio de 10 al día. De ese total, 2 mil 540 fueron víctimas de homicidio doloso y 922 sufrieron feminicidio.
No sólo marchó el temido “bloque negro”, también abarrotaron las calles el bloque violeta, el verde, el rosa, el multicolor…
Esta vez los actos violentos se vieron reducidos por la gran marea violeta, por las que ya están hartas de vivir bajo la sombra de la violencia, de la estigmatización y el fétido olor a muerte.
Niñas, adolescentes, adultas y adultas mayores no dejaron pasar este Día Internacional de la Mujer sin hacer lo propio, levantar la voz por su derecho a la igualdad.
Ellas veían con todo, pancartas, consignas, música, baile y decisión, mucha decisión de ser parte del feminismo de hoy.
La denuncia ocupó todas las paredes, todas las murallas colocadas por el Gobierno, todo aquel espacio que se atravesaba a su paso, ahí, los rostros de los feminicidas y acosadores fueron expuestos porque “calladitas no nos vemos más bonitas”.
Y como una muestra más de que éste es un movimiento de todas las mujeres, sin importar raza, sexo, religión ni profesión, las mujeres policía se unieron no sólo a la marcha, sino también a la causa: sus uniformes fueron adornados con flores que las mismas manifestantes les obsequiaron.