Colombia ha sido el último de los países latinoamericanos en unirse a la “ola verde” que desde hace pocos años avanza por Latinoamérica, otorgándole el derecho fundamental al aborto a las mujeres, mientras las de EE.UU. ven peligrar su poder de decisión sobre su propio cuerpo.
“Histórica” fue la palabra más repetida el 21 de febrero, día en que la Corte Constitucional colombiana decidió, tras más de 500 días aplazando el debate, que no iba a sacar el aborto como delito del Código Penal como pedían las feministas, pero que sí lo iba a despenalizar hasta la semana 24 de embarazo.
“Histórica” porque ponía, tras años de luchas feministas, a “Colombia a la vanguardia de América Latina y el Caribe”, en palabras de Ana Cristina González Vélez, una médica colombiana pionera de Causa Justa, el movimiento que impulsó la despenalización en el país.
“Histórica” en un país en el que el tercer trimestre del año pasado se dispararon 19 por ciento los partos en niñas menores de 14 años y donde entre el pasado julio y septiembre más de mil 300 niñas de entre 10 y 14 años fueron madres sin llegar a ser adolescentes y casi 28 mil de entre 14 y 19 años también tuvieron un bebé.
La decisión de la Corte es una victoria en “una batalla que tiene 40 o 50 años”, recuerda Vélez, quien resalta que “nos demoramos mucho hasta el 2006 para sacar a Colombia de la penalización total y ahora nos demoramos 16 años, pese a que sabíamos que las mujeres enfrentaban barreras, que la mayoría de abortos eran ilegales y que las mujeres eran criminalizadas” por ello.
Ahora el reto está en socializar la decisión y sortear esas barreras que hacen que, según un informe de Médicos Sin Fronteras (MSF), 88 por ciento de las mujeres que han abortado en sus clínicas hayan reportado haberse enfrentado a obstáculos para interrumpir su embarazo.
Argentina prendió la mecha
La ola verde tuvo su gran inspiración en Argentina, donde tras años de multitudinarias marchas y de esperar en vilo las votaciones en el Congreso y Senado, los movimientos feministas lograron, en diciembre de 2020, la legalización del aborto voluntario hasta la semana 14 de gestación.
Las feministas argentinas no solo le reclamaron al Estado una ley, sino que trabajaron “la idea de la despenalización social del aborto” que implicó armar redes de profesionales de la salud, de la comunicación, de docentes, de socorristas, de género para mostrar el aval de la sociedad.
La Campaña Nacional por el Derecho Aborto Legal, Seguro y Gratuito en la Argentina se lanzó en 2005 y convirtió el pañuelo verde, que evoca a las Madres de Plaza de Mayo, en un significante para la lucha por el aborto, según reivindicó a Efe la socióloga María Alicia Gutiérrez, investigadora y docente de la Universidad de Buenos Aires.
En 2015 comenzó la articulación de demandas que desembocaron en el hito de 2018, cuando la legalización del aborto fue debatido por primera vez en el Congreso y, aunque el Senado lo rechazó, se produjo un intercambio intenso, acompañado en las calles con multitudinarias manifestaciones públicas.
El esfuerzo continuó hasta que el Gobierno de Alberto Fernández despenalizó el aborto con una ley a finales de 2020.