La pandemia le quitó el trabajo a más de 54 millones de mujeres en el mundo durante 2020, y afectó especialmente a los sectores manufacturero y de servicios, de acuerdo con información de la Organización Internacional del Trabajo.
Al respecto, la antropóloga social Liliana Ibeth Castañeda Rentería, de la Universidad de Guadalajara, destacó al participar en el conversatorio “COVID-19, teletrabajo y cuidados: experiencias y desafíos para la autonomía femenina”, que la emergencia sanitaria obligó a gran parte de la población a trasladar su vida pública al espacio privado, donde las actividades de educación, trabajo y cuidado convergen en un solo lugar, y en las cuales las mujeres son quienes asumieron la mayoría de las labores extras.
Cabe mencionar que con base en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el confinamiento, en México seis de cada 10 mujeres han sido las encargadas de las labores domésticas y de cuidado, mientras que en los hombres la proporción es cuatro de cada 10. Sin embargo, la igualdad y equidad de género va más allá de las tareas domésticas.
Además, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, 74 por ciento de ellas asumieron el apoyo sobre la educación a distancia de sus hijos, en comparación de 4.8 por ciento de los varones. Las mujeres se mantuvieron al tanto en los grupos de WhatsApp de la escuela.
Y precisó: “Nadie se preguntó si las mujeres necesitaban algún tipo de ayuda que les permitiera llevar su salud mental, física, económica e incluso su autonomía”.
Desde el inicio del confinamiento, el “quédate en casa” provocó que tuvieran que permanecer encerradas con sus violentadores, solas y sin redes de apoyo, a lo cual se le sumó la idea de que les tocaba asumir el rol de amas de casa y hacerse cargo de su familia, expresó la académica.
Es necesario visibilizar lo que acontece para crear condiciones laborales decentes; más allá del género, se trata de un tema de derechos humanos en donde las actividades de todos sean reconocidas, estimó.
En el evento, se destacó que quienes pudieron continuar con sus empleos tuvieron que adaptarse al teletrabajo, que a pesar de las condiciones precarias, se volvió un privilegio.
Para Isalia Nava Bolaños, moderadora del conversatorio e investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, “un grupo importante perdió el empleo, otro grupo a lo mejor tuvo que cambiar hacia empleos más precarios y aquí, desafortunadamente, las mujeres siempre están en peores situaciones”.
Efectos en la salud mental y emociones
La población mundial se vio afectada por la incertidumbre y el miedo que generó la COVID-19; de acuerdo con información del Banco Interamericano de Desarrollo de 2020, la salud mental y emocional de ellas se observó más quebrantada por agotamiento crónico, ansiedad, depresión y soledad.
En este sentido, para Sandra Lorenzano, de la Dirección de Cultura y Comunicación para la Igualdad-CIGU de la UNAM, es necesario reducir la brecha de género y reflexionar sobre estos temas, a fin de crear estrategias comunitarias, institucionales y de política pública que pongan el tema de los cuidados como prioridad.
A pesar de los años de lucha para erradicar las desigualdades de género, la pandemia está causando un retroceso en los derechos de las mujeres y en los espacios donde se desenvuelven. Por ello, es vital debatir y analizar cómo repercutirá a mediano y largo plazos, manifestó.