Por. Cristina Ortega
Antes de la pandemia, platicaba con un doctor en leyes sobre la importancia que la fotografía tiene para visibilizar los problemas socioculturales, y demandar a las autoridades con evidencias lo que sucede. Sin duda lo es, pero mi respuesta fue, para él, lo suficientemente petulante al señalar que, desde cualquier candidatura, de cualquier partido, la persona seleccionada debe de antemano ver y conocer la problemática social, económica, política, cultural…, que me preocupaba más que se llegara a un puesto político si el pueblo tiene que hacerse ver; entonces le dije: Un gobierno que requiere de visibilizaciones sociales, no debe estar en el poder; es un gobierno de ciegos, o que no quieren ver.
Entre marchas, plantones, protestas, manifestaciones, conmemoraciones, desfiles… ya no se distingue si festejan, conmemoran o protestan. Esto es justamente lo contrario, se llama “invisibilizar”.
Sabemos que son millones de imágenes las que circulan por minuto en la red, pero, ¿tiene idea de cuántas imágenes ve por día? Estadísticas recientes refieren que, en promedio, un usuario adulto navega tres horas diarias en internet y/o redes sociales (éstas pueden no ser continuas). La red social interactúa principalmente con imágenes, éstas son vistas según el tamaño de tu pantalla, y la interacción touch que tenga. La tardanza en “ver” una imagen que no interesa es de un promedio de un tercio de segundo, y medio segundo para evaluar si contiene información visual de tu interés. Una vez que se elige una imagen para interactuar, en algunas ocasiones, a los costados aparecen displays, es decir, más información visual para consumo. Por lo que podemos tener un promedio de “ver” una imagen por segundo, en un promedio de tres horas, pero, vamos a suponer que dedica tiempo a leer comentarios y escribir; vea o no los anuncios a los costados, aunque el inconsciente visual sí lo recibe; propongamos un promedio de una imagen por diez segundos, esto es seis imágenes por minuto, lo que resulta mil ochenta imágenes por tres horas promedio diarias. Esto es saturación visual, conocido como ruido visual, mejor dicho, contaminación visual; en otra ocasión le platicaré qué pasa con su mente y hasta con el cerebro.
Cada día las propias redes, nos indican el tema para interactuar, y escribo interactuar, porque ya no hay diálogo constructivo. ¿Opiniones? Millones de opiniones que diario son olvidadas, solo catalogadas por un algoritmo que te identifica para qué eres buen consumidor de imágenes. ¿Activismo?, mejor dicho, enajenación, la manera que está diseñado el medio es para la adicción, y las imágenes están creadas para conectar con la emoción, no con la razón.
El texto se inició exponiendo el caso de necesidad de visibilizar, ante gobiernos ciegos, pero, las acciones se volvieron invisibles, y ahora el pueblo, con la saturación visual, es también ciego.
El tema desde la imagen que se quiera tocar, debe ser lo suficientemente corto y rápido, porque ya hay otro tema de que hablar, para ser perdido en el olvido de la saturación visual, y la saturación de información.
Así que seré breve, ya se ha escrito y hablado bastante sobre el tema de la estatua de Cristóbal Colón. Se rechaza por la colonización, y todo el discurso que seguro ya sabe. Pero glorietas más a delante tienen a la fuente de La Diana; el nombre y tema oficial de la escultura es: “La Flechadora de las Estrellas del Norte”, ¡Sí, el Norte! Ahora que México tiene los ojos, mente, y corazón en el Sur; aunque geográficamente esté ubicado al norte de hemisferio del globo terráqueo. Esta escultura fue inspirada en la diosa romana de la caza, según la mitología romana. ¡Sí, mitología Romana!, que fue cuna de la civilización occidental, los que tanto pregonan ser desoccidentalizados.
Repiten la misma historia, a La Diana, por presiones conservaduristas le colocaron un lienzo bajo la cintura, después de ser inaugurada un 10 de octubre de 1942; y un año después que la “Liga de la Decencia” a la que pertenecía la esposa del presidente en turno; tras una serie de actos de protesta que incluyeron la colocación de ropa interior de tela sobre la escultura argumentándose en motivos cristianos, y así lograron que el gobierno capitalino de la época censurara la escultura añadiendo un calzoncillo de bronce a la obra. Después fue quitada, y guardada por años, para después ser puesta en Paseo de La Reforma; ¡Sí, La Reforma! Esa Avenida que se originalmente se llamó paseo de la Emperatriz o paseo del Emperador, porque su trazo fue encargado por Maximiliano de Hasburgo.
Así a una esposa no le gustaba La Diana, y sus razones tenía, casi 80 años después, a otra esposa no le gusta Cristóbal, y sus razones tiene. Así se reforma la original avenida de la Emperatriz.
Cristina Ortega Domínguez. Fotógrafa desde hace 28 años, amante de la imagen en cualquiera de sus expresiones, fundadora de Arte NiNi A.C. Doctorante en Investigación Interdisciplinaria en Ciencias y Humanidades.
Autora de los libros: “Psicografía. El dibujo de la mente”: Percepción-interpretación de fotografías en la interacción de las redes sociales como exteriorización psico-emocional (2019) y “La Psicografía”: La identidad a través de la imagen fotográfica (2016).
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