Josefina Vázquez Mota, candidata presidencial en 2012 y tercera en los resultados, una vez más fue abanderada por el PAN, ahora en las elecciones para la gubernatura del Estado de México. Lo que pintaba como la gran oportunidad para tomar revancha de hace casi seis años, se convirtió en otra derrota más.
Con independencia de lo que digan los resultados definitivos de la elección, no deja de llamar la atención que Vázquez Mota inició encabezando las preferencias y, al concluir la campaña, las encuestas la ubicaron en el cuarto lugar.
Es un momento en el que hay quienes comienzan a preguntarse: ¿sirven las cuotas de género? En el Estado de México, al margen de la trascendencia de la elección en el panorama rumbo a 2018, se pudo observar un evento paralelo: sin planearlo, los candidatos punteros están en perfecta igualdad: dos mujeres y dos hombres.
Las cuotas de género obligatorias (en Europa se estila que éstas sean asumidas voluntariamente por los partidos) logran fortalecer la presencia política de las mujeres en la escena política del país. Al menos en número, la presencia es notoria. La duda es si su liderazgo político en pro de una agenda feminista en un territorio determinado será visible.
Nacer mujer no implica una conciencia de género. Y Josefina Vázquez Mota, a lo largo de su trayectoria, ha corroborado este supuesto. Su quehacer y discurso político distan mucho de ser de empoderamiento femenino.
Rumbo a 2012, en medio de un país que se enfrentaba a la cruda violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico, se escuchaba a Josefina decir: “Ai de aquel que se atreva a tocar a uno de nuestros hijos, porque ya saben cómo somos las mujeres mexicanas”. Esa era la forma en que, ante un público femenino, hablaba de su estrategia contra el crimen organizado.
En otros eventos, bromeaba diciendo que toda mujer se merece el lujo de cinco años de viuda, para conocer la libertad. Por lo visto, para Josefina no quedaba claro que un porcentaje cada vez mayor de las mujeres han optado por no ser madres y darse el lujo no de cinco años, sino de una vida sin unión matrimonial.
Pero tal parece que la conciencia de género en Josefina no se incrementó en gran manera en este 2017. Candidata a gobernar una de las entidades más riesgosas para ser mujer, donde la violencia sexual es el pan diario, ante integrantes del Frente Nacional por la Familia, Vázquez Mota firmó el compromiso de respeto a la vida desde la fecundación hasta la muerte y en contra de la legalización del aborto.
De acuerdo con el Huffington Post México, Alex Orué, coordinador regional de Latinoamérica para It Gets Better, aprovechó Twitter para enviarle un mensaje. En él señalaba que el acuerdo con el Frente marcaba una agenda misógina que “discrimina y hiere a un gran sector de la población que pretendes gobernar”.
¿De esta manera pensaba dar a las mexiquenses poder de decisión sobre su vida y su cuerpo?
Su visión no era diferente a la expresada por el priista Alfredo del Mazo, por lo cual se percibe que ser mujer no era la diferencia. De acuerdo con entrevistas, para Josefina ser mujer es mucho más que ser feminista. No estoy segura de eso. Lo que sí puedo decirle es que ser mujer es una cosa, pero representar a una líder y voz que nos asegura a sus congéneres sentirnos abanderadas, va mucho más allá de chistes y dardos cómicos hacia los hombres.
Ser mujer no es un activo o pasivo por sí mismo. No pierde las elecciones por ser mujer en un país machista, sino por no reivindicarse frente a ese machismo de manera decidida.
Muchos se preguntarán si la otra mujer de la contienda mexiquense, Delfina Gómez, en realidad terminó siendo invisibilizada por AMLO. Pero esa es otra historia… habrá que preguntarle a la maestra para que sea López Obrador el que conteste.
Saraí Aguilar | @saraiarriozola Es coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe en Monterrey, Nuevo León. Maestra en Artes con especialidad en Difusión Cultural y doctora en Educación.