Por. Bárbara Lejtik
¿Y si solo pudieras salvar una cosa, que salvarías?
24 de enero de 2020, Madrid España.
El jurado precedido por el escritor Juan Villoro decide otorgar por unanimidad el XXIII Premio Alfaguara de novela a Salvar el fuego de Guillermo Arriaga.
Los lunes tengo muchas cosas que decir, no sé por qué, tal vez sea el letargo del fin del domingo o la vorágine de noticias que nos inundan empezando la semana, como si la vida hiciera lo posible por despertarnos a la realidad y ponernos en estado alerta.
Yo estuve durante mes y medio viviendo en un inefable estado de ensoñación literaria, tanto que ni los lunes pudieron ensuciar esta fantástica odisea por las letras de una de las mejores novelas contemporáneas que he leído en mi vida.
Hoy me descubrí a mi misma casi a la mitad del libro que terminé la semana pasada, pero que decidí volver a releer con el pretexto de que los primeros capítulos tardaron en engancharme y quería recuperar información que seguramente pasé de largo.
Mentira, la verdad es que me negaba a abandonar esta historia, no supe qué hacer cuando leí el último capítulo, quise regresar el tiempo y empezar de nuevo, conocer por primera vez a los personajes, enredarme en la trama de la historia tanto como si fuese yo misma quien la protagonizaba.
Y es que Salvar el fuego es mucho más que una historia original o entretenida, Salvar el fuego es un brutal tsunami de vida, un golpe de realidad, de pasión, de sufrimiento.
Va más allá de lo que sus renglones nos puedan contar, aquí es además lo que sus renglones nos puedan decir.
Decir de nosotros mismos, de nuestros miedos y límites, es una invitación a saltar por un barranco sin paracaídas, es develar los misterios más profundos de nuestros prohibidos deseos y debelar la crudeza que existe en la cotidianidad, en la vida fácil, en lo políticamente correcto.
Con una impecable redacción Guillermo Arriaga cuenta desde tres puntos de vista completamente distintos y ubicados en los estratos sociales más opuestos y tiempos distantes la historia de Marina Longines y José Cuauhtémoc Huztli, una atractiva mujer de clase alta, coreógrafa con cierto prestigio, madre de tres hijos que discurre su vida entre la danza y los compromisos sociales, quien ve detenida su apacible existencia al toparse de forma accidentalmente prudencial con un misterioso hombre encarcelado por multihomicidio, entre ellos el de su propio padre.
El tiempo cambia su curso y los personajes se dejan arrastrar por la fascinación de saborear lo imposible y encararse con los sentimientos más inverosímiles, con el atractivo placer de lo prohibido y el devastador encuentro con ellos mismos.
Imposible hablar más sobre los personajes y los eventos narrados en la novela sin ser el mismo Guillermo Arriaga, no podría yo con mi lenguaje de mujer común hacer una crítica sobre su inmejorable pluma.
Increíble resulta el uso del castellano hablado en tres versiones distintas, el dominio que tiene el autor sobre la narrativa y la semántica, los recursos interminables y el amplio conocimiento del idioma.
Si pudiera decir una sola cosa sobre este libro sería:
Muchas gracias Guillermo Arriaga, gracias por la emoción, por la adrenalina; gracias por las palabras, por llenar mis ojos con letras tan bien elegidas y mi corazón con una historia tan llena de elementos como de confrontaciones.
Gracias por recordarme que el dolor genera adicción tanto como el amor y que la línea que nos dijeron que dividía el bien del mal es las más atractiva de brincar.
Un orgullo para México tener artistas tan talentosos, que sin duda nos representan en el mundo con una inteligencia y agudeza, que solo haber caminado por las calles de este país le pueden dar a un escritor.
Salvar el fuego es un libro que arde en las manos del lector y que atrapa los sentidos, que te manda a dormir con una emoción distinta cada noche y que sigue dando lata en la inconsciencia del sueño.