Debido a la pandemia por la Covid- 19, la sociedad en general se encuentra en una nueva dinámica de la vida diaria con cambios de hábitos, incertidumbre, temores, frustración, aprendizaje acelerado de las nuevas tecnologías, así como hacinamiento familiar, consideró Pilar Durán Hernández, neurobióloga de la Facultad de Ciencias.
Lo anterior genera alteraciones como aprensión, sudoración, baja de presión e interpretaciones catastróficas que llevan a una lucha cerebral que los psicólogos y psiquiatras tratan de solventar con terapias de acompañamiento, conductuales para el saneamiento de procesos mentales, destacó.
“A esto se suma un fenómeno que se está presentando, que es el ataque de pánico, con un disparador que pueden ser preocupaciones legítimas como que mi padre y madre están enfermos, conseguir un tanque de oxígeno, la falta de contacto médico, ruidos o amenazas del ambiente, estímulos que pueden generar una crisis.”
La investigadora universitaria participó en el ciclo de conferencias Ciencia desde Ciencias, donde precisó que las epidemias y pandemias como las que afectan actualmente al mundo no pueden ser estudiadas como fenómenos aislados de nosotros, sino como algo holístico, que se refiere a lo relativo a un todo.
“Los chicos de licenciatura nos dicen que no terminan de entender cómo pasamos de clases presenciales a clases vía remota, que nos dejamos de ver de un momento a otro, el año pasado fue el último día que tuvimos con estudiantes y profesores y a partir de ahí empezó el distanciamiento social.”
La pandemia, que ya casi dura un año, ha llevado a un estrés prolongado, lo cual tiene un efecto en el cerebro que manda señales al hipotálamo, la amígdala, la corteza prefrontal, todas estructuras que forman parte del sistema límbico o de las emociones que normalmente se regulan por neurotransmisores.
“Es importante que tengamos un sistema nervioso sano o que sepamos regular el estrés, pues hay alteraciones en las citocinas proinflamatorias que están dando muchos problemas con el SARS-CoV-2: Ha sido descrito que ocasiona muchos procesos inflamatorios generalizados, en cerebro, hígado, riñón, sistema muscular que genera que en algunas personas la enfermedad sea muy grave”, dijo la experta en neurobiología del desarrollo y ritmos biológicos.
Enfatizó que ser joven y sano no implica que estén libres de problemas por la Covid-19, pues pese a ser asintomáticos esta enfermedad altera los tejidos, y ante reinfecciones es muy probable que se presenten mayores daños a largo plazo, aunque de momento no se ha podido saber cuál será este efecto.
La ansiedad siempre produce insomnio, sueño fragmentado o pesadillas, síntomas de depresión, de ahí que es un factor significativo monitorear el sueño y su calidad.
“Al inicio de la pandemia no teníamos muchos duelos, pero hoy todos los días tenemos una pena, pues mi familiar, amigo, vecino, se ha ido, no lo voy a volver a ver y no pude despedirme. No se trata sólo de tener pensamientos bonitos y con eso se resuelve todo. Hay que darle una ayuda extra a nuestro cuerpo.”
Estrategias
Por la hiperactividad cerebral se desarrolla lo que se conoce como distimia, que se identifica por una fatiga constante, que se manifiesta en que la gente no se siente bien, le falta energía, está irritable o eufórica en un corto periodo de tiempo.
Para ello, Durán Hernández recomendó pedir apoyo psicológico, es decir, dejar de lado el estigma de que éste únicamente lo necesitan las personas con problemas mentales mayores, así como buscar estrategias de relajación.
En ese punto, la académica sugirió comenzar con reducir los estímulos lumínicos que, en el caso de mantener luces intensas encendidas en la noche, alteran la producción de melatonina, modificando el ciclo del sueño y vigilia; evitar las siestas en el día o que abarquen más de 45 minutos; no consumir cafeína y alimentos pesados, así como hacer ejercicio en la noche.
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