El pasado 23 de marzo, cuando Miroslava Breach fue asesinada afuera de su casa en la ciudad de Chihuahua, Javier Valdez tuiteó este mensaje:
Y se lo cumplieron. Este lunes, al mediodía, fue ejecutado.
De acuerdo con los primeros datos, el también autor de libros como Miss Narco, Los morros del narco, Huérfanos del narco o Narcoperiodismo, circulaba en Culiacán, Sinaloa, en un automóvil de modelo reciente por calles de la colonia Jorge Almada, cuando fue interceptado por sujetos armados que le dispararon en repetidas ocasiones.
Valdez Cárdenas se suma a la lista de los comunicadores asesinados en este todavía joven 2017. Son ya seis:
- Cecilio Pineda, director del diario La Voz de la Tierra Caliente, ejecutado el 2 de marzo en Ciudad Altamirano, Guerrero;
- Ricardo Monlui, director del diario El Político, acribillado el 19 de marzo en Yanga, Guerrero;
- Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada, asesinada a balazos el 22 de marzo, cuando salía de su domicilio en la ciudad de Chihuahua;
- Maximino Rodríguez, de 73 años, jubilado, reportero del Colectivo Pericú, muerto a balazos en La Paz, Baja California Sur, el 14 de abril;
- Filiberto Álvarez, periodista y locutor de radio, baleado el 29 de abril en el municipio de Tlaquiltenango, Morelos, y
- Ahora, Valdez Cárdenas, cofundador del semanario Ríodoce.
El fin de semana previo, el sábado 13 de mayo, unos 100 civiles armados y encapuchados –todos jóvenes, incluido un menor de entre 10 y 13 años–, retuvieron y asaltaron a siete periodistas de medios locales, nacionales e internacionales, en un retén de la carretera Iguala-Ciudad Altamirano.
Los reporteros se trasladaban a San Miguel Totolapan, donde el gobierno estatal decidió tomar el control ante el surgimiento de grupos de autodefensa. Las víctimas fueron despojadas de sus equipos de trabajo, pertenencias personales y de una de las dos camionetas en las que se transportaban. Fueron amenazados de muerte.
No bien concluía este texto cuando surgió otra noticia fatídica: Sonia Córdova, subdirectora del semanario El Costeño de Autlán, en Jalisco, y su hijo Jonathan Rodríguez Córdova, fueron baleados. Ambos murieron.
Algunos, legítimamente, se preguntarán por qué “asustarse” por las amenazas y el asesinato de comunicadores frente a la larga lista de homicidios y levantones que se acumula día con día.
Respondería en términos periodísticos: no confundamos el mensajero con el mensaje. Lo que estas muertes nos dicen es que el crimen gana terreno.
Joel Simon, director Ejecutivo del Comité de Protección a Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), visualizó lo que ocurre en México con una frase contundente: hay “una sombra de silencio extenderse (sic) por todo el país”.
En respuesta, bajo el hashtag #NosEstánMatando, el portal Animal Político y la revista Nexos anunciaron que el martes 16 de mayo harían un paro de labores. “Queremos protestar por la impunidad en estos asesinatos y exigir que las autoridades actúen. No más mensajes de condena, exigimos resultados”.
Y es que matar a un periodista es cancelar la libertad de expresión, el derecho de la sociedad a saber y a exigir cuentas. Es imponernos una mordaza. Es permitir que esa sombra de silencio sea parte de nuestra cotidianeidad. Si lo aceptamos, si lo permitimos, no nos dejarán volver a hablar.
Hannia Novell. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, realizó estudios en Periodismo, Literatura y Seguridad Nacional en diversas instituciones como la Universidad Iberoamericana, el Centro de Comunicación, Radio Educación y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Especialidad en corresponsalía de guerra en La Universidad de Jerusalem (Israel) y una especialidad en comunicación política en George Washington University. Titular del noticiario estelar de Proyecto 40 en su edición nocturna.
