Por. Saraí Aguilar
Mientras la sociedad sigue debatiendo si se justifican o no las pasadas marchas en la conmemoración del Día de la Mujer, la violencia crece y miles de mujeres son víctimas de golpes, maltrato emocional e incluso pierden la vida a mano de sus parejas.
En Veracruz, un hombre apuñaló y atropelló a su esposa Janet, de 29 años, presuntamente porque no le pareció que usara un short para asistir a una fiesta. Tenían tan solo un mes de casados.
Esto aconteció hace poco menos de 15 días. Hasta la hora de escribir esta columna, Janet luchaba por su vida y su familia por solventar los gastos, mientras el responsable estaba prófugo. Y aunque parezca increíble, la comunidad en las redes sociales, donde se levantó una página para recaudar fondos, debatía sobre la presunta culpabilidad de la víctima respecto a su vestimenta.
“Discúlpame pero no provoquen sepan vestirse correctamente cuando vallan a una fiesta o reunión y más si ay alcohol aún que sean jóvenes y tengan bonito cuerpo” (sic), “pues no busquen marido métase al convento. O si tienen al toxico a su lado vístanse sin vulgaridad respeten a quien tiene a su lado si quiere que la respete”. Son algunos de los comentarios que con esa redacción y ortografía algunas personas dejaban escritos, en su mayoría hombres, pero convalidados por algunas mujeres.
No obstante, no son casos aislados. Hace unos pocos días, un hombre agredió a un médico en una farmacia 24 horas ubicada en Ecatepec, Estado de México, debido a que sintió celos de que el profesional de la salud le hiciera una revisión de seno a su pareja.
Y semanas atrás, en la CDMX, un hombre asesinó a su presunta pareja sentimental con un arma de fuego y posteriormente intentó suicidarse. La víctima fue identificada como Erika “N”, quien murió a manos del sujeto llamado Raymundo “R”, tras un reclamo de una supuesta infidelidad.
Esto tiene una explicación: no se ha querido entender que los celos no son muestra de amor. Sino, por el contrario, los celos son violencia de género y factor de riesgo para violencia física y feminicidios.
De acuerdo con la Doctora Bosch Fiol, catedrática de la University of the Balearic Islands, “considerar que la violencia y el amor son compatibles (o que ciertos comportamientos de maltrato son una prueba de amor) justificaría los celos, los comportamientos posesivos y de control de la pareja como muestra de amor, y culparía del maltrato a la misma mujer por no ajustarse a lo que se espera de las mujeres”.
Asimismo, el Consejo Nacional de Población (Conapo) alerta sobre la importancia de la detección temprana desde el noviazgo, de conductas controladoras que enmascaradas de “amor romántico” buscan dominar y anular a la pareja. Si bien los celos patológicos no son exclusivos de ningún género, “en su mayoría, son las mujeres quienes padecen este tipo de violencia, debido a que los roles sociales de género imponen a los hombres dominar y controlar a las mujeres, estableciendo relaciones de poder, y a las mujeres asumir una actitud pasiva y subordinada ante su pareja”.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016 mostró que del total de mujeres de 15 años y más, 43.9 por ciento ha tenido incidentes de violencia de pareja a lo largo de la relación. Entre las adolescentes y jóvenes (15 a 24 años), el porcentaje es de 40.3 por ciento, y en hablantes de lengua indígena el porcentaje aumenta a 46.1%.
Urge dejar de idealizar las relaciones tóxicas, de normalizar el machismo y las concepciones de propiedad sobre la mujer en la pareja. Esto es, dejar de romantizar las dinámicas de poder y abuso. Amores que matan nunca mueren, popularizó Sabina. La verdad es que si matan nunca fue amor.
