- Vivo felizmente, feliz de mente, feliz y demente
Por: Cut Domínguez
Presumo ser afortunado, jamás cambio a mis amigos, amo a quien me da la gana amar. Bailo al ritmo que me pongan, cometo locuras como participar en bloqueos de carreteras y hay quien ha dicho que mis manos son diestras con la pluma y conocen la magia de ofrecer confort.
No envidio nada. Ni la figura atlética de un joven, porque nunca la tuve y jamás aspiré estar de esa manera. Ahora veo mi cuerpo y me agrada, sé que puede dar calor y convertirlo en el de un verdadero hombre. Maduro sí, aunque pleno también; con la certeza de que una mujer se sienta amada.
No extraño tener la piel de un adolescente, sin lonjas y con tranquilidad acepto que me digan “flaco”. Porque le he ganado batallas a la muerte y mi organismo sigue resistiendo. Aplaudo su valentía, festejo sus cicatrices y los surcos que se asoman en mi rostro. Porque a mis casi 70 años he paliado incontables desvelos, tristezas, una enfermedad incurable y, a veces, no logro sonreír; pero casi siempre me identifica una juvenil sonrisa.
Soy más amable conmigo mismo y menos crítico con el espejo. Me convertí en mi propio amigo y ya no me culpo por comer tanto helado de chocolate. Admito temerle al bicho; sin embargo, aceptaré gustoso la vacuna. Creo en el derecho a ser desordenado y, en ocasiones, no hago mi cama o lustro mis los zapatos para salir a tirar la basura.
Bailo con los éxitos de los años 70´s y 80´s y al mismo tiempo lloro como una Magdalena Región 4, con una canción de Caetano Veloso cuando me rompen el corazón; y, cuando alguien lo hace, se encuentra así misma en medio de éste. Aunque el tiempo me ha enseñado que si el alma no ha padecido se transforma en cosa impura y agotada, sin ganas de amar; ciega ante la alegría de la imperfección.
Sé perdonar, pero, de igual modo, me alejo de quien me lastima. Vanidoso y hasta engreído; no obstante, también me define ser apasionado, generoso, divertido, tierno y ardiente. La educación que mamé y las canas que tapizan mi pelo no toleran que revise celulares o me erija en guardián de nadie, por dudas o desapego. Comulgo, eso sí, con el principio de que una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay miles de caricias que alimentan el amor.
No tengo duda que los mejores momentos de mi vida son cuando río con los seres que más amo. Vivo felizmente, feliz de mente, feliz y demente.
Ya no me cuestiono tanto. Me gané el privilegio de estar equivocado. Acepto que no viviré muchos años, pero mientras esté en este mundo no perderé el tiempo lamentando lo que pudo haber sido o con el agobio de lo que será. ¿Porque sabes qué? Soy libre de pensamiento y de decisión, libre de mis valores y de mis principios; ofreciendo en abundancia amor, amistad y lealtad. Si me correspondes seré feliz, te haré feliz y te besaré los pies. Porque me gusta ser como soy.